Obesidad y diabetes, factores que agravan el hígado graso
En el segmento Tu Médico en Telediario, la doctora Linda Muñoz señaló que el verdadero motor de esta epidemia es el hígado graso no alcohólico.
El daño hepático está cambiando: el alcohol ya no es la principal causa, pues la doctora Linda Muñoz, hepatóloga del Hospital Universitario, subraya que hoy predomina el hígado graso ligado al sobrepeso, la obesidad y la diabetes.
“Hicimos un análisis de más de 4 mil pacientes y el problema número uno de daño hepático crónico y de cirrosis es el hígado graso”, afirma la especialista en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades del hígado, la vesícula biliar, las vías biliares y el páncreas.
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En el segmento Tu Médico en Telediario, la doctora señala que el abuso de alcohol aún impacta y que hay diferencias por sexo.
“Más de dos tragos diarios en mujeres, o cinco en hombres, afectan. Aunque no nos guste, las mujeres somos más frágiles… con menos de la mitad de lo que los hombres se dañan, la mujer puede tener cirrosis”, precisa Muñoz.
Según datos nacionales, Monterrey tiene un consumo per cápita de 7.6 litros de alcohol al año, frente a la media nacional de 4.9 litros.
Sin embargo, el verdadero motor de esta epidemia es el hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés).
A nivel global, este trastorno afecta del 30 a 32 por ciento de los adultos, cifra que aumenta a 38 por ciento en regiones como Norteamérica y Sudeste Asiático.
México no escapa: en Monterrey, la obesidad infantil es la más alta del mundo y en adultos compite con Estados Unidos.
La doctora Linda Muñoz explica que factores como el sedentarismo y una genética predisponente agravan la situación.
“Los latinos, principalmente los mexicanos, tenemos varios genes, el primero es el PNPLA3, se describe en latinos… que elevan más triglicéridos, pruebas hepáticas, obesidad central”.
Efectivamente, la variante genética PNPLA3 I148M es reconocida como el principal factor genético asociado a NAFLD, elevando el riesgo de acumulación de grasa y fibrosis en el hígado.
Además, el sobrepeso en niños tiene consecuencias profundas, señala.
“Si en lugar de un lonche le doy una bolsa de fritos y refresco, el niño multiplica sus adipocitos… luego resolverle el problema es mucho más difícil… estás sembrando el problema”, señala.
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¿Cuántas personas con obesidad tienen el higado graso?
De acuerdo con evidencia clínica, dice, más del 80 por ciento de las personas obesas tienen hígado graso, y más de la mitad desarrollan formas inflamatorias como la esteatohepatitis. Aunque la ausencia de síntomas es otro reto.
“No da síntomas. Si no tengo nada, no voy al doctor”.
Sin embargo, el NAFLD puede progresar a esteatohepatitis (NASH), cirrosis, cáncer hepático e incluso enfermedad cardiovascular o renal.
Además, a nivel mundial se estima que solo entre el 3 y 12 por ciento de los adultos desarrollan NASH y fibrosis avanzada .
Un estudio reciente revela que más de 15 millones de personas en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Francia viven con MASH (la forma inflamatoria más intensa), y menos del 18 por ciento está diagnosticada.
Frente a este panorama, la doctora Muñoz impulsa una estrategia clara y preventiva.
“Tiene que ser una cultura de prevención y saber vivir una vida sana. No medicina naturista, porque sale peor, hay cosas muy tóxicas para el hígado”.
Por ello, la especialista recomienda mantener peso saludable, dieta balanceada, ejercicio, abstenerse del exceso de alcohol y evitar exponer el cuerpo a riesgos innecesarios como tatuajes o perforaciones sin control sanitario, que pueden exponer a virus como hepatitis.
▶️ #TuMédicoTD ???? | La Dra. Linda Muñoz aborda el hígado graso, el cual es un problema creciente en la actualidad #TelediarioMatutino ⭐ @Deb_Estrella, @josuebecerra y @_sandrasandoval pic.twitter.com/zNrpVIbNBf
— @telediariomty (@telediariomty) July 8, 2025
Las guías médicas coinciden, pues la primera línea de tratamiento del NAFLD es el cambio de estilo de vida, con una pérdida de peso del 5 al 10 por ciento mejora los parámetros hepáticos, y una pérdida mayor puede revertir cambios inflamatorios y fibrosos, por lo que el ejercicio aeróbico, combinado con dieta, es más efectivo que cualquiera por separado.
Además, se han aprobado terapias farmacológicas emergentes.
En marzo de 2024, la FDA aprobó el resmetirom para el tratamiento de la esteatohepatitis, y hay datos prometedores sobre GLP-1, SGLT-2 y estatinas como coadyuvantes.
No obstante, el diagnóstico temprano sigue siendo esencial, pues las herramientas no invasivas como elastografía, ultrasonido, sangre y pruebas metabólicas permiten identificar a quienes están en riesgo.
En un mundo donde la prevalencia de MASLD (nuevo término que integra disfunción metabólica) roza el 50 por ciento, garantizar detección y tratamiento oportuno es un imperativo sanitario.
La doctora Muñoz resume su enfoque.
“El hígado no te avisa, es calladito, solito repara, cuando te avisa, ya estás gravemente enfermo, cuando ya necesitas un trasplante”.
Su mensaje es contundente, al cambiar la epidemia de hígado graso exige decisiones diarias, como comer mejor, moverse más y acudir al médico sin esperar síntomas.
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