Violenta redada policial deja más de 60 muertos en medio de calles de un barrio controlado por el narcotráfico
Durante horas, decenas de vecinos recogieron cuerpos de jóvenes abatidos en las calles y los colocaron en fila en una plaza central.
Después de una redada policial masiva contra una poderosa banda de narcotraficantes, los residentes de la favela de Penha, en Río de Janeiro, vivieron una de las noches más trágicas de los últimos años.
Durante horas, decenas de vecinos recogieron cuerpos de jóvenes abatidos en las calles y los colocaron en fila en una plaza central, mientras el amanecer revelaba la magnitud del operativo.
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Al menos 50 cuerpos, en su mayoría de hombres jóvenes sin camisa, yacían sobre el pavimento, rodeados por familiares que lloraban y gritaban “¡justicia!” y “¡masacre!”.
La operación, que tuvo lugar el martes, fue ejecutada por 2 mil 500 policías y soldados apoyados con helicópteros y vehículos blindados.
Según el gobernador Claudio Castro y la policía, el saldo oficial fue de 64 muertos: 60 presuntos delincuentes y cuatro oficiales.
Sin embargo, los habitantes aseguran que la cifra real es mayor, pues algunos cuerpos no fueron contabilizados oficialmente. Muchos de ellos, relataron testigos, fueron hallados en una ladera boscosa cercana.
“Vimos personas ejecutadas, con disparos en la cabeza y la espalda, incluso atadas. Es una masacre”, denunció el activista Raull Santiago.
¿Qué denuncias y conflictos se han generado tras la redada policial?
La magnitud de la violencia ha encendido alarmas entre organizaciones civiles y organismos internacionales. La Oficina de Derechos Humanos de la Onu expresó preocupación por el número de muertos y exigió una investigación independiente sobre lo sucedido.
El gobernador Castro defendió la redada, afirmando que Río de Janeiro está “en guerra contra el narcoterrorismo”. No obstante, activistas y residentes lo acusan de justificar una política de mano dura que desde hace décadas cobra vidas en las comunidades más pobres.
La favela de Penha fue uno de los dos blancos de la operación, cuyo objetivo, según las autoridades, era capturar a líderes del Comando Vermelho, el grupo criminal más poderoso de la ciudad.
Durante el operativo, fueron arrestadas 81 personas y decomisados 93 rifles y más de media tonelada de drogas. Pero para muchos, los costos humanos superan cualquier resultado.
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“Estas acciones no resuelven nada. En un mes, el crimen volverá a operar igual que antes”, advirtió Filipe dos Anjos, secretario general de la organización FAFERJ.
La violencia también desató un enfrentamiento político entre el gobierno estatal y el federal. Castro, del Partido Liberal Conservador, acusó al presidente Luiz Inácio Lula da Silva de no apoyar suficientemente la lucha contra el crimen.
El Ministerio de Justicia respondió que ha renovado en 11 ocasiones la presencia de fuerzas nacionales en Río.
Mientras tanto, la ciudad quedó paralizada. Escuelas cerraron, universidades suspendieron clases y carreteras fueron bloqueadas por autobuses usados como barricadas.
Las autoridades incluso informaron que miembros de la banda atacaron a la policía con un dron armado, una escalada sin precedentes en los enfrentamientos urbanos.
La masacre de Penha revive el trauma de operaciones previas, como la de Jacarezinho en 2021, donde murieron 28 personas.
Pero esta vez, el número de víctimas y la crudeza de las imágenes han provocado una indignación nacional que podría marcar un punto de quiebre en la manera en que Brasil enfrenta al crimen organizado.
AM
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