Xavier Velasco regresa con una historia sobre naufragio, identidad y locura
Aunque la historia parte de un hecho real, Velasco la transforma en una exploración sobre la identidad, la locura y la necesidad de inventar.
El escritor mexicano Xavier Velasco, ganador del Premio Alfaguara 2003, narra en su nueva novela, publicada por Madre Editorial, la odisea de un hombre que sobrevive a un naufragio en el Pacífico.
Aunque la historia parte de un hecho real, Velasco la transforma en una exploración sobre la identidad, la locura y la necesidad de inventar.
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"No podía escribir sobre un náufrago sin convertirme yo también en uno", dice el autor, quien es también columnista de Milenio Diario.
El proyecto surgió como una "misión literaria" que al principio lo tomó por sorpresa.
"Un día me llaman y me dicen: hay un proyecto para ti, una historia que debes contar. Me resistí, porque estaba ya en otra novela. Pero luego me insistió un querido amigo, Arturo Pérez-Reverte, y acepté."
Velasco convivió con un náufrago australiano para escribir su nueva novela
La historia, basada en un caso ocurrido en 2003, lo llevó a convivir con el verdadero protagonista, un aventurero australiano que cruzó el océano acompañado de su perra.
Velasco relata que, antes de escribir, se encerró con el náufrago "en un hotel hacienda durante cuatro días".
Grabó horas de conversación y luego, con paciencia, descubrió que "no bastaba con conocer los hechos: había que robarle el alma".
Esa idea, que parece una metáfora, define su método narrativo.
"Para hacer literatura, no basta con saber lo que hizo alguien. Hay que entender cómo siente, cómo habla, qué teme."
Durante meses, ambos hablaron a diario por videollamada.
"Al principio nos encontrábamos a las ocho de la mañana, hasta que entendí que esas horas no existen", bromea.
Entre las charlas surgían confesiones: "Me dijo que había tenido cáncer terminal, fase cuatro, y sobrevivió. Me contó que vivía saltando de país en país, como un nómada digital. Era un hombre que no cabía en ninguna parte".
El reto de Xavier: transformar una noticia olvidada en una historia humana
Velasco reconoce que la historia lo rebasó. "Me di cuenta de que estaba tarde para el periodismo y temprano para la literatura." El desafío consistió en convertir una noticia olvidada en un retrato humano.
"Él era un forajido, un tipo que odiaba la civilización. Decía que los tiburones eran como perritos y que podía pasar cinco minutos bajo el agua sin respirar, siempre y cuando dejara de pensar."
La novela avanza entre la realidad y la invención. Cuando el protagonista leyó los primeros capítulos —traducidos al inglés por un programa automático— estalló.
"Se enojó mucho. Dijo que no podía escribir sobre su padre o su infancia. Me gritó que no tenía derecho. Entonces entendí que el personaje se me había insubordinado."
Ese conflicto marcó el punto de quiebre. El autor decidió cambiar nombres, lugares y nacionalidades.
"El australiano se volvió canadiense. El náufrago Tim Shaddock se convirtió en Solomon Hopkins." Así nació la versión definitiva del libro.
"Me di cuenta de que cuando uno conoce a alguien, el momento en que todo cambia es cuando lo cachas en una mentira. Entonces aparece el verdadero personaje."
El escritor reconoce que el náufrago, más que un héroe, es un hombre roto.
"Era alguien atormentado, con un sentido del humor suicida. Me dijo que había sido ejecutivo de IBM, que perteneció a sociedades secretas en Europa, que mató un pájaro y lloró, pero luego confesó que mató dos."
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Se refleja en su protagonista
Esa contradicción, dice, lo hizo más real. Velasco no solo retrata a su personaje: se refleja en él.
"Yo también soy un inadaptado. Nunca encajo. Por eso entiendo a ese hombre que quiso escapar del mundo."
La conexión entre ambos revela una dimensión emocional del proyecto: la soledad del creador frente a su obra.
"Cada día que hablaba con él me sentía potente, como si la historia respirara. Pero cuando se rebeló, me sentí náufrago otra vez."
El conflicto legal con el protagonista casi frustra la publicación. "Mi editor me dijo: el hombre no quiere autorizar nada. Solo hay una salida: cambiar el nombre." La rabia inicial se convirtió en liberación.
"Mi esposa me dijo: la historia ya es tuya. Solo tienes que cambiar el pegamento, no los ladrillos. Las mentiras son el pegamento y las verdades los ladrillos."
La novela final, escrita con esa mezcla de verdad y ficción, explora también los límites de la fama. El náufrago, que una vez acaparó titulares, termina obsesionado con su propio recuerdo. "La fama es una enfermedad", escribe Velasco.
"Uno se convence de que el mundo sigue pendiente de ti, aunque ya te haya olvidado."
El autor sostiene que el libro no es una epopeya de supervivencia, sino un retrato del fracaso.
"Él pensaba que su familia por fin lo vería como alguien importante, pero lo que yo encontré fue a un hombre que no podía dejar de pelear con su padre, que cruzó el Pacífico sin saber reparar una vela."
Desde una perspectiva médica, la resistencia del náufrago resulta casi inverosímil. Estudios sobre aislamiento prolongado y desnutrición indican que el cuerpo humano comienza a degradar tejido muscular tras tres semanas sin aporte proteico suficiente.
Sin embargo, la mente, bajo estados extremos, puede producir una resiliencia fisiológica que permite sobrevivir por instinto, algo que el escritor traduce en clave simbólica: "Hay cuerpos que naufragan y almas que aprenden a flotar."
Con esta novela, Xavier Velasco confirma su obsesión por los personajes que desafían sus propios límites. "Siempre quise escribir sobre aventureros", dice.
"Quizás porque yo mismo lo soy, aunque nunca haya sabido mover una vela."
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