Jorge y su hermano acudieron al panteón de Mezquitán en Guadalajara, para realizar la limpieza de la tumba de sus padres, como cada mes lo realizan, sólo que en esa ocasión se encontraron con algo tenebroso.
Después de tres décadas, Hector aún recuerda todo lo que tuvo que pasar tras las explosiones en Analco, Guadalajara, además de la sensación de injusticia para muchas personas que no fueron apoyadas por las autoridades.