El día que dejamos de oír y empezamos a escuchar la música: ¡El Walkman!
Más allá de los datos técnicos y de lanzamientos, este aparato nos dio una perspectiva que detonó muchas áreas sensoriales y creativas en nuestro entorno individual y colectivo.
El Walkman, este reproductor de audio estéreo portátil, famoso por popularizar la música personal y permitirnos escucharla en cualquier lugar, fue inventado por la compañía Sony en 1979 y se convirtió en un símbolo de la cultura popular de los años 80.
El primer modelo, el famoso TPS-L2, permitía reproducir cintas de casete y escuchar música con auriculares. Revolucionó la forma en que la gente experimentaba la música.
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Más allá de los datos técnicos y de lanzamientos, este aparato nos dio una perspectiva que detonó muchas áreas sensoriales y creativas en nuestro entorno individual y colectivo.
El Walkman llegó como una gran novedad por varios factores. Por ejemplo, por primera vez podíamos transportar nuestra música. ¿Saben lo que eso significó para nosotros en los 80? Las canciones que grabábamos de la radio en ese entonces, y que aún contenían en muchos casos la voz del locutor en las introducciones, podíamos llevarlas a cualquier lado.
Otro impacto cultural, además de la portabilidad, fue el deleite sonoro que causó escuchar por primera vez la música a través de estos pequeños auriculares con una nitidez impecable.
Más adelante, algunos modelos tendrían ecualizadores para definir mejor el sonido a nuestro gusto. Creo que quizá lo más importante que aportó el Walkman a nuestro tiempo, y hasta hoy día, fueron todos esos momentos en el parque, en la escuela, camino al trabajo, en la oficina o en la calle, sintiendo lo que la música nos podía dar.
Ahora voy a mi encuentro personal con este artefacto. Tenía tan solo 10 años en octubre de 1984, cuando recibí un regalo de uno de mis primos que vivía en la ciudad de Houston, Texas: un pequeño aparato color gris con audífonos en color naranja, del que me habían contado que podía escuchar música a través de él.
Para mi fortuna también contaba con radio A.M. y F.M., y por supuesto con casetera para reproducir la música, ¡mi música! Debo aclarar que era un aparato usado, pero no me importó.
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Cuando abrí el paquete, salí corriendo a la tienda de la esquina de Don Beto para comprar las baterías que necesitaba. Ya listo, puse uno de mis casetes favoritos de ese tiempo, que contenía muchas de las canciones que había grabado previamente de la emisora XHJD Estéreo 99.
La primera canción que escuché a través de este mágico aparato fue de Michael Jackson: Billie Jean, de la producción Thriller. Acomodé mis audífonos, ajusté el botón del volumen y, en el momento en que accioné el botón de Play, mi mundo se escuchó más definido que nunca.
Fue increíble poder sentir cada parte e instrumento de la grabación con más detalle. Era una sensación indescriptible, la primera vez que vivía la música de esa manera gracias al Walkman.
El Walkman transformó la manera de consumir música: democratizó el acceso a las grabaciones, nos permitió escuchar lo que queríamos, cuando queríamos y donde quisiéramos.
Se convirtió en un símbolo de la cultura juvenil y de la individualidad, que nos dejaba expresar nuestra personalidad a través de la música que escuchábamos.
El Walkman impulsó la popularidad del formato de casete, que se convirtió en el formato de música portátil dominante en los años 80.
El Walkman reunía a los amigos para compartir grabaciones, intercambiar ideas sobre música y propiciar debates sobre bandas, canciones y gustos musicales. Gracias a él, convencer o mostrar a tus amigos lo que ciertos artistas significaban para ti se volvió más sencillo. Bastaba con decir: “¡Escúchalo! Aquí lo tengo en mi Walkman”.
En resumen, el Walkman fue mucho más que un simple reproductor de música: fue un ícono cultural que cambió la forma en que la gente experimentaba y consumía la música. Nos regaló tardes de soledad que se convirtieron en relatos o en videos musicales mentales, fue nuestro cómplice cuando grabamos aquellos casetes para decirle a la niña que nos gustaba lo que sentíamos a través de la música y, por supuesto, siempre será la primera forma de ejercer la libertad sonora, transportar nuestros gustos musicales y compartirlos con mucha gente.
¡Jóvenes! Nos volvemos a encontrar muy pronto, con sus Walkman puestos, en otra plática para el trayecto.
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