Huaquechula: donde los altares monumentales tejen el lazo eterno entre la vida y la muerte
En Huaquechula, cada altar cuenta una historia. No son ofrendas improvisadas, sino obras de arte construidas con el alma para celebrar el Día de Muertos.
Entre flores de cempasúchil, el copal y el eco de las campanas que anuncian el regreso de las almas, en Huaquechula se alza una tradición que ha sobrevivido al paso del tiempo: los altares monumentales de Día de Muertos.
En este pequeño pueblo poblano, cada noviembre, la vida y la muerte se entrelazan en una danza de fe, memoria y amor familiar. Los altares de Huaquechula son mucho más que ofrendas; son monumentos. Cuando llega el Día de Muertos, las casas se transforman en verdaderos templos de luz y color.
- Te recomendamos ¿Caro o barato? Estos son los precios del Recorrido de Ofrendas en museos de Puebla para este 2025 Comunidad
Los altares se levantan imponentes, de tres niveles, cubiertos con telas blancas que simbolizan el cielo, la tierra y el inframundo. Sobre esas telas reposan las fotografías de los difuntos, rodeadas de flores de cempasúchil que, con su aroma, guían el regreso de las almas al hogar.
En Huaquechula, cada altar cuenta una historia. No son ofrendas improvisadas, sino obras de arte construidas con el alma. Las familias preparan durante semanas los platillos favoritos del ser querido, y cada detalle tiene un propósito.
Eugenio Reyes, heredero de constructores de altares, continúa con orgullo la tradición de su abuelo Marcelino y su padre Cándido.
“Llevamos 50 años elaborando los altares en Huaquechula. Es una herencia que pasa de generación en generación. Mi abuelito, mi papá, y ahora nosotros, los hijos, seguimos con la tradición”, declaró.
Para Eugenio, levantar un altar es más que un acto ritual; es un encuentro con el pasado. “Nos hace diferentes la esencia que nos lleva a tiempos ancestrales. Conservamos las raíces y mezclamos lo de la conquista española; es la unión de dos mundos”, compartió.
Además, abundó que el montaje de un altar monumental requiere paciencia, devoción y mucho entusiasmo para recibir a quienes se adelantaron en el camino.
“Entre cinco personas podemos dedicar un día completo para montarlo. Es trabajo duro, pero cuando hay fe, todo es posible. Nada es imposible cuando uno cree”, indicó.
- Te recomendamos ¡No te lo pierdas! Consulta cuándo empieza el Festival La Muerte es un Sueño 2025 en Puebla Comunidad
La tradición de Huaquechula no se queda en sus calles. Con orgullo, Eugenio recuerda cómo los altares cruzaron fronteras para ser exhibidos en museos internacionales.
A su vez, mencionó que en 1991 viajó a Londres, Inglaterra, para realizar el montaje en dos museos: el Museo del Hombre y el Museo Británico, lo cual hizo con mucho orgullo y felicidad, ya que compartió un poco de su identidad con cientos de personas.
Este año, el altar familiar estará dedicado a Patricia Rivera Cruz, hermana de la señora María de la Paz Rivera, quien, con voz entrecortada, recuerda:
“Voy a recibir a mi hermana Patricia. La recuerdo con amor; tuvimos nuestras diferencias, pero siempre supimos superarlas. Este altar se hace con mucho cariño, con ayuda de toda la comunidad. Falta colocar la foto, y el primero de noviembre pondremos la fruta, el pan y la comida que tanto le gustaba”, expresó.
En entrevista, Silverio Reyes, director de Turismo y Cultura y cronista de Huaquechula, comentó que este año la comunidad espera el arribo de las almas de dos niños y de quienes partieron recientemente.
Abundó que, de acuerdo con la costumbre, los altares se abren al público el 1 de noviembre, cuando, al sonar las campanas del templo conventual, las familias salen al encuentro de las almas.
Por otra parte, explicó que con incienso, copal, agua bendita y caminos de flores, las ánimas son guiadas hasta el altar donde les esperan sus ofrendas con pan, mole, frutas, dulces y los recuerdos de toda una vida compartida.
Explicó que a las 2 de la tarde, las campanas marcarán el momento sagrado en que vivos y muertos se reencuentran.
“Vengan, participen, no solo sean espectadores. Traigan una vela, una luz para las ánimas. Encender una velita es compartir fe, es convivir con los que ya se fueron y con los que aún estamos”, invitó.
Así, entre rezos, flores y recuerdos, Huaquechula vuelve a iluminarse cada año con el resplandor de sus altares monumentales, testigos del amor que ni la muerte puede apagar.
AGA
- Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de TELEDIARIO; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
-