Sinaloa: Entre Avestruces y Acuerdos Ocultos
- ¡Ahí les voy!
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Leonardo Schwebel
Hace 35 años, platicando fuera de cámaras con Jaime Labastida —entonces gobernador de Sinaloa— le solté la pregunta directa: “¿Cómo le hizo para bajar la violencia en el estado?” Me miró con una media sonrisa y sin titubear soltó: “Porque los mandamos a Jalisco”. Así, tal cual.
Ningún esfuerzo ha sido suficiente: ni el enfrentamiento directo, ni la puntada de “abrazos, no balazos”, ni la implementación de un “superpolicía” han dado resultados. Tampoco han servido las medidas sociales, como “Jóvenes Construyendo el Futuro” o “Sembrando Vida”.
El problema en Sinaloa es claro: a pesar de la condena de por vida a “El Chapo” Guzmán, la “Chapiza” sigue vigente. Ahora, casi una veintena de familiares se fueron a Estados Unidos, y quién sabe qué acuerdos han alcanzado con Ovidio Guzmán y otros en el entorno. Sin embargo, más allá de la situación en Sinaloa y su extrema violencia, es pertinente reabrir una discusión que ha quedado en pausa: negociar con los narcotraficantes. Como dice el refrán, “más vale un mal arreglo que un buen pleito”.
En diferentes conflictos alrededor del mundo, como el de Israel con el grupo terrorista Hamás, India y Pakistán, o Ucrania y Rusia, existen intenciones de negociación entre grupos completamente antagónicos.
Estados Unidos parece estar tomando una iniciativa que, quizás, debería corresponder al gobierno mexicano. Aunque polémica y discutible, esta postura podría ofrecer resultados. Durante muchos años, se establecieron acuerdos ocultos que mantenían una aparente calma, hasta que ciertos conflictos desencadenaron lo que podría llamarse una guerra que nadie ha ganado en más de 40 años.
Ahora bien, sería como la táctica del avestruz: esconder la cabeza pensando que todo está bien, o simplemente dejar que las cosas sucedan y ver hasta dónde llegamos. Estamos inmersos en un clima de violencia extrema que, aunque presuman la baja de delitos, las matanzas siguen ocurriendo. Tengo dudas sobre si esto conviene en un país como México, especialmente por la reforma judicial sin ley ni cabeza, y por la alta corrupción en las cúpulas de poder. Sin embargo, estoy seguro de que si seguimos haciendo lo mismo, obtendremos los mismos resultados: una guerra interminable.
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