Donald Trump: ¿por qué su política es una promesa de venganza?

El mercado laboral en Estados Unidos muestra claramente un debilitamiento en sus principales indicadores a causa de la incertidumbre que ha generado la política arancelaria y la inflación.

Ahora que sucedió el fatal atentado contra Charlie Kirk, uno de los más radicales seguidores del presidente Trump, no he dejado de preguntarme sobre la crisis política que se vive en los Estados Unidos.

¿Por qué los seguidores de Trump no pueden ver la realidad? Es una pregunta que nos hacemos millones de personas en todo el mundo.

La maestra de historia estadounidense Jane Converse responde a varias interrogantes de esa disruptiva y agresiva personalidad y nos dice que el de Trump no es un movimiento político normal, sino un culto a la personalidad.

Trump no ofrece políticas públicas, sino identidad. No es popular por lo que hace, sino por lo que representa. Lo siguen por lo que hace sentir.

Sus seguidores sienten que el sistema les ha fallado y ven a Trump como su cuate, un tipo de aliado, no porque sea honesto y no porque los ayuda, sino porque habla como ellos.

En psicología se llama fusión de identidad. Es cuando tu identidad personal se fusiona con tu grupo o con tu líder.

Por eso los seguidores de Trump asumen como propio cualquier ataque hacia él como algo personal.

Y no es sólo una crítica al líder, es más bien "estoy siendo criticado", es lo que dicen los seguidores de Trump. Atacado por los que favorecen al sistema.

Así, Trump ofrece venganza, no soluciones. No ofrece solucionar el sistema de salud o proteger los derechos de los ciudadanos, sino ir tras ellos. 

Ya sean los inmigrantes, la prensa, los activistas, los afroamericanos, los liberales, los estudiantes de universidades privadas, las élites, todos aquellos que están fuera de su tribu.

Y esto se llama, aquí, allá y en China, autoritarismo clásico.

Dale a la gente un sentimiento de pérdida, diles quién les roba y luego diles que les hagan pagar y para mucha gente en Estados Unidos esa promesa de venganza es más emocionalmente satisfactoria que el modelo de política tradicional.

Claro, eso no resuelve los problemas de la gente, pero los hace sentir con poder. La gente anhela enderezar el rumbo.

Trump promete cuando las instituciones fallan, cuando la gente no confía en los medios tradicionales de comunicación o en la justicia, las elecciones, en las universidades y en las escuelas, en los maestros, en los médicos y en los sacerdotes, empieza a buscar la gente un salvador.

Alguien que diga, solo yo puedo solucionarlo, como lo hace Trump. Y por eso el presidente Trump actúa como el hombre fuerte y rudo, creando la crisis que suponen él va a solucionar.

Él no lidera un movimiento, lidera una psicodependencia, donde sus seguidores están atrapados en una burbuja de información.

Los ciudadanos estadounidenses que los siguen no solo creen sus mentiras, sino que viven dentro de ellas, a través de Fox News, True Social, iglesias de ultraderecha, los maga influencers como Charlie Kirk, etcétera. 

La maestra Converse concluye que es todo un sistema cerrado que les dice a diario, las élites te odian, los medios mienten, solo Trump dice la verdad.

Y a eso se llama clausura, o cierre epistémico, es decir, mis creencias están justificadas en mi relación con Trump y con eso basta.

Bien decía Napoleón Bonaparte, los grandes poderes se embriagan muy rápido y mueren de indigestión.

¿En qué lugar más tropical, en otro país, ha pasado lo mismo?