‘Volver al futuro’: la película que cambió nuestra forma de ver el tiempo
Carlos Garza, locutor del programa El Ático, de Classic 106.9, recuerda con nostalgia una tarde de 1985, cuando a sus 11 años comenzó a tener preguntas sobre el tiempo, a partir de que vio la película ‘Volver al futuro’.
Era el verano de 1985, para ser exactos el 4 de julio, día de la celebración de la independencia de los Estados Unidos. A nuestra juventud llegó un acontecimiento cinematográfico sin precedentes. Aún recuerdo el olor a palomitas al entrar a la sala del cine Encanto, en la esquina de las calles Isaac Garza y Villagrán, en el Centro de la ciudad. En aquellos tiempos no había asientos asignados y esperábamos el intermedio para comprar golosinas y jugar un poco bajo la pantalla de la sala. Fue justo ese verano cuando mi concepción del tiempo y el espacio estaba a punto de cambiar.
Comenzó la proyección. La música de entrada me envolvió: una banda sonora creada por el maestro Alan Silvestri, un hombre que de alguna manera parecía leerle la mente al director Robert Zemeckis, con quien había colaborado por primera vez en otro gran clásico del cine de 1984, Romancing the stone, mejor conocida en nuestro país como Dos bribones tras la esmeralda perdida.
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Finalmente, mis amigos y yo encontramos buenos asientos al centro de la sala, listos para ver una película más del género de ciencia ficción, sin imaginar que, a nuestra corta edad –que oscilaba entre los 10 y 12 años–, estábamos a punto de ver algo que cambiaría nuestra vida para siempre.
Las primeras escenas mostraban noticias sobre materiales radiactivos, rodeadas de decenas de relojes y una especie de máquina que abría latas de comida para mascotas. Hasta ese momento todo parecía normal. De pronto se abre la puerta y aparece el protagonista: Marty McFly, interpretado por el artista juvenil del momento, el actor Michael J. Fox. Si hacemos el ejercicio mental de transportarnos a ese momento, llegamos a la toma inicial: la cámara hace un barrido visual de abajo hacia arriba y lo primero que vemos es un vehículo hecho con una tabla de madera alargada, con dos concavidades –una al frente y otra detrás– y cuatro ruedas en pares. Lo conocíamos como “la patineta”.
Pero había algo más, parte del estilo de esa década: los tenis Nike con la mítica franja roja, ¡algo que todos usamos hasta que los agujeros ya no nos lo permitían!
De pronto la llamada del Doc indica el punto de reunión y, por alguna razón, los relojes estaban retrasados 25 minutos. Cuando Marty deja ese lugar, la cámara lo sigue y se escucha lo que para muchos es una de las piezas esenciales de la banda sonora, no solo de la película, sino de toda la década de los 80: “The power of love”, de Huey Lewis and the News.
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¿Qué sintió Carlos Garza al ver la película ‘Volver al Futuro’?
No dedicaré este espacio a hablar sobre datos técnicos o de producción, ni de las actuaciones o la música. Quiero, más bien, transmitir lo que sentí al ver ‘Volver al futuro’, sentado en el grandioso Cinema Encanto junto a mis mejores amigos.
Después de que pasó una hora con 56 minutos, salimos de la sala y comenzamos a caminar, como era costumbre, rumbo a casa. En esa típica tarde de verano surgió el clásico debate: Si tuviéramos una máquina del tiempo, ¿a qué momento nos gustaría viajar? Las ideas empezaron a llegar, junto con las exageraciones: a la época de los dinosaurios, dijo uno; a los tiempos de Cristóbal Colón, indicó otro; y alguno más mencionó que a la Navidad de 1983, porque le habían traído los mejores regalos.
Pero el debate no terminó ahí, porque la temática principal de la película mostraba a alguien que viajaba 30 años atrás en el tiempo y conocía a sus papás de jóvenes. Todos comentábamos qué haríamos si eso ocurriera, qué les diríamos, si seríamos sus amigos… o incluso la locura de pensar que, por un error en el viaje temporal, uno se hiciera novio de su propia madre. En fin, fue una tarde larga que se convirtió en noche y luego en madrugada.
El tema es que esta película no solo nos emocionó, no solo nos hizo reír ni nos impresionó con sus efectos especiales. El guion del maestro Bob Gale –considerado en el mundo del cine como un guion perfecto– nos hizo pensar en muchos aspectos del tiempo: escenarios imaginarios, cambios de ruta, decisiones tomadas y hasta replantear el porvenir. ‘Volver al futuro’ nos tomó por sorpresa. Jamás creímos que aquella tarde, en la que solo esperábamos ver una película más con los amigos, terminaría por abrirnos tantos dilemas en la mente... y en algunos casos, en el corazón.
Han pasado 40 años desde aquel momento en que me senté en la sala de cine, con 11 años de edad, y vi por primera vez esa película. Y cada vez que la vuelvo a ver –ahora con mis hijos y quizá mañana con mis nietos– me doy cuenta de que el futuro nos alcanzó. Que el tiempo pasó. Y no fue el DeLorean el causante, sino la vida misma la que nos llevó rápidamente a este presente.
Mucha gente me comenta hoy en día que mi programa de radio, El Ático, es una especie de máquina del tiempo, porque los temas de nostalgia están a la orden del día. Pero realmente no es el programa o la máquina los que nos hacen viajar: creo más bien que somos nosotros quienes permitimos ese viaje, cada vez que activamos la imaginación y volvemos a estar con los amigos en la cuadra, comentando la película, el día en la escuela, la niña que nos gustaba, los viajes al espacio, la vida extraterrestre y también –a veces– el miedo a que ocurriera una tercera guerra mundial, en medio de la Guerra Fría que nos tocó vivir.
Jóvenes, yo les pregunto: para volver al pasado: ¿Este es el futuro con el que soñamos? Si tuvieras la oportunidad de viajar en el DeLorean y alcanzar las 88 millas por hora –algo así como 142 km/h– para cambiar tu destino, ¿a qué momento de tu historia viajarías?
Por lo pronto espero que en este presente nos volvamos a encontrar y a compartir otra plática… para El Trayecto.
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