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Qué leer

Vicente Alfonso y su novela “La noche de las reinas”, un caso policial de Mazatlán basado en hechos reales

El autor narra una historia ocurrida en Mazatlán en 1978, donde en un concurso de belleza sucede algo que involucra la injusticia y la protesta, de activistas y concursantes

Israel Morales Monterrey, Nuevo León /

Vicente Alfonso llegó a la FIL Monterrey con “La noche de las reinas” (Alfaguara), que lleva al lunes 24 de julio de 1978, cuando los ojos del mundo estaban puestos en Mazatlán, puerto que es la sede de un concurso de belleza que será transmitido a todo el planeta, con una audiencia de 900 millones de personas.

Lo que comienza como una fiesta pronto cobra matices de tragedia: cientos de activistas radicales convergen en las calles para echar luz sobre las más variadas causas, desde denunciar el apartheid en Sudáfrica hasta exigir la presentación con vida de estudiantes desaparecidos. 

Otros demandan la cancelación del certamen, reclamo que crece cuando varias concursantes se quejan por el trato recibido.

Así, el elenco de esta noche incluye a una reina de belleza que enfrenta amenazas de muerte, un gobernador que, siguiendo a Maquiavelo, prefiere ser temido que ser amado, un periodista en busca de su mejor reportaje y una viuda decidida a hacer justicia por propia mano. 

Todo esto en un día. Obra de la que platica Vicente Alfonso (Torreón, 1977) en entrevista. 

¿Cómo surge “La noche de las reinas”?

Surge a partir de memorias que tengo de cuando era niño. La novela ocurre en un día específico de julio de 1978 cuando México fue sede de un certamen de belleza internacional.

Yo vivía en esa época en Mazatlán, yo nací en Torreón, pero mi familia se fue a Mazatlán a vivir por un tiempo, y me tocaba ver, como a muchos de mi generación, cómo los certámenes de belleza eran vistos por toda la familia; congregaban a familias completas alrededor de la televisión y eran asumidos como fiestas plurales, multiculturales, una especie de celebración incluso que era vendida como una puerta de entrada al gran concierto de la modernidad.

Y con el tiempo me voy dando cuenta que detrás de esas prácticas y de esos certámenes había pues una zona oscura alrededor, de eso había prácticas que no se contaban y que implican ejercicios de racismo, de cosificación de las mujeres, pero también una serie de manifestaciones de activistas en contra, personas que se daban cita afuera de los recintos donde estaban celebrándose estos concursos, exigiendo la cancelación de los mismos por una gran cantidad de implicaciones que había ahí.

¿Cómo trabajaste esa parte de la protagonista y lo que involucra la injusticia, y esos huecos que deja en sí el caso criminal?

Decía Federico Campbell, que fue uno de nuestros grandes teóricos del género policial en México y América Latina, que justo cualquier intento de explicar un crimen que tuviera relación con el poder se iba a topar con esto, con versiones alternativas y con tantas explicaciones y tan distintas que era difícil llegar a la verdad, porque incluso cuando se llegara la verdad, iba a haber una natural desconfianza por parte de la gente para recibir estas versiones. 

Y yo tuve muy presente eso a la hora de de construir esta novela, cualquier asunto que fuera público en los años setenta era visto con esta desconfianza y justo por eso los cuatro personajes que están ahí involucrados, y que son personajes muy distintos cada uno, están tratando de allegarse de elementos para explicarse la realidad que los rodea.

Son efectivamente personajes tan diferentes que cada uno tiene una visión muy propia, muy particular de lo que está ocurriendo, y que va a contrastar mucho con la de los otros tres. 

Entonces con esto intentaba justamente decir que la realidad no es una, sino que puede ser tan diversa como las interpretaciones que de ella tengamos. 

Cada quien tiene una una lectura distinta de la realidad, por supuesto, cuando se trata de procuración de justicia, pues existen obstáculos muy fuertes que conocemos y que a menudo implican que la verdad detrás de los hechos no se llega a conocer nunca.

¿Cómo llegaste a los personajes que pareciera que estuviste en el lugar de los hechos?

Fíjate que una de las mayores dificultades de construir la novela fue generar estos personajes que son por supuesto personajes ficticios, pero construidos a partir de los rasgos de muy distintas personas. 

Entonces eso es algo que me ocurre siempre con las novelas. Yo soy alguien que prefiere reportear las novelas que imaginarlas, y a qué me refiero con eso, a que trabajo a partir de testimonios de fuentes muy diversas, pero que me permiten visualizar situaciones que quizá mi imaginación no podría construir. 

Entonces por ejemplo, uno de los personajes que más me han señalado es este gobernador de mano dura al que apodan “El Tiburón de Escuinapa” y que tiene de pronto rasgos muy marcados de autoritarismo, excentricidades que serían difíciles de creer, pero lo que te puedo asegurar es que todos los rasgos, estas exageraciones, estos gustos tan de repente disparatados tienen una base real. 

Yo me encontré decenas de testimonios de gobernadores de muchos estados de nuestro país que tenían no sólo músicos de cabecera, sino a veces orquestas completas o que reproducían por ejemplo templos griegos en sus casas particulares.

Les gustaba reproducir frescos de las grandes obras maestras de la pintura en sus casas y justamente esto es una de las grandes canteras de nuestra literatura, los abusos del poder y pensaba justamente que el ejercicio vino a partir de lo que hizo García Márquez cuando escribió una de sus novelas más célebres, El otoño del patriarca”, cuando le preguntaban que en quién se basó para hacer al patriarca, un dictador latinoamericano, y dijo no me basé en uno, me basé en todos.

Yo contesto lo mismo cuando me preguntan quién es “El Tiburón de Escuinapa”, en quién está basado. Y les digo digo: es que lo más triste es que está basado no en un caso real, sino en muchos casos reales. 

Y lo mismo sucede con Garay el periodista, tenemos en los setenta toda una gama de periodistas que estaban tratando de obtener las notas a contramano de lo que el poder indicaba. 

Y no es casualidad que esto ocurra un par de años después del golpe de Excélsior.

rcm

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