Mundial de la patada
- ¡Ahí les voy!
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Leonardo Schwebel
Dentro de exactamente un año, Guadalajara recibirá cuatro partidos del Mundial 2026. Una fiesta global, sí. Un escaparate internacional, también. Pero el problema no está en lo que ocurrirá, sino en lo que sigue pudriéndose todos los días previos.
El 11, el 18, el 23 y el 26 de junio de 2026, el mundo volteará a vernos. El 18, la selección mexicana jugará por primera vez en la historia un partido mundialista en Jalisco. Una fecha que podría ser histórica… o un triste recordatorio de lo que se pudo haber hecho y no se hizo.
Dicen que las obras que se hagan “se quedarán para siempre”. ¿Así como las de los Panamericanos 2011, que se evaporaron entre corrupción, olvido y abandono? Porque si el futuro se construye con base en ese pasado, no hay mucho que celebrar.
Durante el “FIFA Fan Fest”, la cuarentena no nos curará la violencia, las inundaciones, los feminicidios, la impunidad y la basura en las calles. Nos van a invitar a “vivir la fiesta del fútbol”, mientras afuera el crimen sigue cobrando víctimas y el agua sigue brotando por las coladeras colapsadas.
Ahí están los datos duros. Alfonso Partida Caballero, académico respetado de la UdeG, lo dejó claro: el nivel de impunidad en Jalisco es del 99.12 por ciento. Eso significa que aquí el que la hace, no la paga. Y eso no lo va a arreglar ni Messi, ni Mbappé, ni la FIFA.
Otro asunto que nos revienta en la cara es el ambiental. Nuestra ciudad vive ahogada entre humo de incendios, aire contaminado y desarrollo urbano salvaje. Pero de eso no se habla, porque estorba a la narrativa mundialista.
Y por si fuera poco, el tema de la seguridad sigue siendo el elefante en la habitación. Lo de Teocaltiche, lo de Teuchitlán, lo que se entierra en el archivo del olvido. La marca “Jalisco” en redes sociales no es tequila, mariachi ni fiesta: son asesinatos, desapariciones y escándalos.
El Mundial puede ser la fiesta que necesitamos, pero el verdadero partido se juega hoy: con el transporte, la movilidad, la seguridad, la justicia, la infraestructura, la limpieza y la dignidad. Y en ese marcador, el gobierno de Jalisco va perdiendo… por goleada.
Nos queda un año. No para hacer obras de relumbrón, sino para empezar a construir una ciudad que valga la pena, incluso sin Mundial de la patada.
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