Lujo, cinismo, traición
- ¡Ahí les voy!
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Leonardo Schwebel
Hace muchos años asistí a una fiesta de 15 años en el Estado de México. Era la celebración de la hija de un político de medio pelo que se ostentaba como representante de la izquierda mexicana. Pertenecía a lo que en ese entonces llamaban el Frente Cardenista, una de esas agrupaciones que vendían esperanza y discurso social. Yo era joven, idealista, convencido de que la izquierda representaba justicia, igualdad y, sobre todo, austeridad.
Pero aquella fiesta fue un baño de realidad: lujo desbordado, despilfarro sin pudor y derroche como si el país no estuviera lleno de carencias. Esa noche, entre bocadillos finos, música cara y vestiduras lujosas, entendí algo que nunca se me olvidó: la izquierda en México no era lo que nos enseñaban en la escuela ni lo que insinuaban en los libros. Era una élite. Una burocracia dorada más preocupada por su hueso que por sus principios.
Hoy, esa incongruencia se reproduce y se multiplica. Lo vimos recientemente con la fiesta de cumpleaños de un diputado de Movimiento Ciudadano en Jalisco, quien celebró entre narcocorridos, como si la apología del delito fuera una gracia y no una desgracia. No solo es una falta de congruencia: es una falta de vergüenza, de inteligencia y de respeto por el cargo que ostenta.
Lo mismo pasa con la funcionaria de Morena en Jalisco que hizo una alusión vulgar a las visas estadounidenses. ¿En qué cabeza cabe semejante desplante justo después de que el vicecanciller de Estados Unidos se reunió con la encargada de la presidencia? ¿Dónde quedó la diplomacia, la coherencia, el mínimo sentido común?
Es una cuestión de ética. De tener una línea recta y no una moral torcida que cambia según el color del partido o la cercanía al poder.
La inteligencia política y la congruencia ideológica han sido borradas de la agenda pública. Lo que queda es un desfile de funcionarios que confunden representar al pueblo con aprovecharse de él. Jalisco es solo una muestra. Puebla censura. El país entero calla. Y los que ayer denunciaban al PRI y al PAN, hoy reproducen sus peores prácticas con una sonrisa cínica en la cara.
La realidad te golpea. A veces en una fiesta. A veces con una declaración. Pero siempre llega. Y cuando llega, o te haces cómplice… o despiertas.
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