Crónica de un adelantado

Era diciembre de 2007. Yo sabía que algo iba a pasar, porque él lo había escrito. Así que me atreví a difundir un pronóstico contundente: “Se avecina una crisis mundial”. El autor: Carlos Ramírez Powell.

No era un adivino. Era alguien que sabía lo que decía. Argumentaba con datos, análisis, contexto y una mirada clara sobre lo que venía. Tenía una mente brillante y disruptiva. Esa advertencia era para 2008 y se adelantó a lo que pocos se atrevían a decir. Y acertó. La crisis financiera global estalló meses después.

En otra entrevista, Carlos me dijo que Donald Trump ganaría las elecciones en Estados Unidos en 2016. Yo no lo podía creer. Pero él lo sustentó. Y también acertó. Tiempo después, me advirtió que México terminaría importando petróleo. En ese entonces, sonaba imposible. Hoy es una dolorosa realidad.

En nuestras conversaciones, siempre había algo nuevo. Una interpretación distinta. Una hipótesis bien fundamentada. Una predicción noticiosa que parecía exagerada… hasta que se volvía realidad. Y aunque muchos lo tachaban de exagerado, loco o fuera de lugar, yo sabía que no.

Recuerdo otra historia. Fue en una cafetería. Vestía ropa de ciclista. Había tenido un accidente. Le pregunté por qué andaba en bicicleta. Su respuesta fue lo de menos. Así era él. La bicicleta no era solo su medio de transporte. Era su manera de enfrentarse al mundo. Y, tristemente, en esta ciudad donde pedalear es un acto de resistencia, un accidente le costó la vida.

Carlos Ramírez Powell fue, para mí, más que una fuente confiable. Fue un pensador riguroso, un periodista de fondo, una de esas mentes que no se encuentran fácilmente. Inteligente, amable, con una agudeza fuera de serie. Su vida en la Universidad estuvo llena de logros… y también de incomodidades. Era incómodo, sí. Como deben serlo los que piensan diferente.

Hoy me quedo con las historias que anticipamos juntos. No hubo premios, ni aplausos. Pero sí una satisfacción personal enorme. La de haber hecho periodismo de verdad. La de haber escuchado a quien sabía. La de haber estado un paso adelante, gracias a él.

Carlos Ramírez Powell fue de esas piedritas en el zapato que te hacen caminar distinto. Y de esas voces que, cuando se apagan, dejan un eco profundo.