El precio es el desprecio
- Vertebral
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Ángel Carrillo
Era de esperarse la separación "amistosa" de Luis Fernando Salazar de las causas de Armando Guadiana Tijerina, así es el Hooligan, por esa razón abandonó Acción Nacional, porque lo relegaron, porque no le dieron importancia y lo quisieron "ningunear", pero él no está acostumbrado a esos desplantes, Luis Fernando siempre está en la búsqueda de su propio escaparate y a pesar de que se trata de un hombre hábil y con experiencia política, "nomás" no ha llegado su oportunidad.
De cierta forma él se lo ha ganado a pulso, ha labrado una fama de ave de las tempestades, creía que con el paso de los años y la madurez habría llegado la sobriedad y la calma pero no y no está mal, se trata de su personalidad, de su esencia, pero debe pagar un precio y en este caso el precio es el relego.
Qué querrá el Hooligan, quién le debe sus pretensiones, lo que sea que quiera es genuino, no es debatible... Las formas probablemente sí.
En este caso en lo particular creo que Luis Fernando Salazar es una de las víctimas colaterales del paso de los grupos de poder dentro de Morena, de las filias del líder Mario Delgado Carrillo y de la misma naturaleza del partido: Voracidad disfrazada de democracia.
Ahora Armando Guadiana tiene un "cuadro" menos, porque a pesar de su perfil intempestivo, Luis Fernando es un importante operador político, más en esta región donde Guadiana no necesariamente es popular.
Ahora el Senador con licencia está rodeado de gente poco lucidora como Reyes Flores, Marina Vitela (¿?) y Rodolfo Walss, con el débil apoyo del combativo zacatecano Ricardo Monreal, pero de no de la plana mayor, ni de las corcholatas mayores. No hemos visto a Sheinbaum, a Adan, a Marcelo, puros de "medio pelo".
Parece que no lograron entender la lección que les dejaron en Durango, pasó lo mismo con Acción Nacional ¿Recuerda?
Cuando todos empezaron a irse y nadie decía nada, se iban incluso ex alcaldes, regidores, cuadros fundadores del partido y nadie fue por ellos y los reconcilió, se fueron José Ángel Pérez, Nacho Corona, Martha Rodríguez, Verónica Soto, el mismísimo Luis Fernando Salazar, el resultado ya se lo sabe, un blanquiazul desdibujado del ámbito político coahuilense apenas rescatado por el último alcalde emanado de las entrañas del PAN, Jorge Zermeño.
No quedó nada y Morena va por la misma senda.
Así las cosas con las incipientes elecciones en Coahuila y los inusitados movimientos que descontrolan un proyecto de campaña.
El precio es el desprecio.
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