Se derriban estigmas y crece la economía rosa

ampliar

La cifra histórica de 400 mil personas en las marchas del orgullo celebradas los fines de semana pasados en Guadalajara no es solo un récord numérico en una ciudad considerada altamente conservadora: es el pulso de una sociedad que exige evolucionar y que avanza, de la mano de un impacto económico, generando un “mercado rosa” que impulsa sectores como la publicidad, el consumo y el turismo.

Vimos nuevas generaciones que descodifican la fuerte conexión entre el adoctrinamiento ideológico y las clásicas tradiciones de sus padres o abuelos con el patrimonio cultural. Calles con los colores de la bandera gay parecían alfombradas con paraguas abiertos entre edificios religiosos de alto valor arquitectónico. Se están derribando estigmas.

La masiva participación —un 40 por ciento más que el año pasado— incluyó familias heterosexuales con niños, empresarios tradicionalistas que apoyaron públicamente a la comunidad LGBTTTIQ+ y líderes religiosos que han aprendido a modular su lenguaje discriminatorio contra los colectivos.

“Son libres de manifestarse y expresarse como ellos quieren, siempre y cuando respeten a los demás en todos los aspectos”, dijo Francisco Robles Ortega, cardenal de la Arquidiócesis de Guadalajara, desde donde, en un tiempo aún reciente, su antecesor, Juan Sandoval Íñiguez, podía declarar sin consecuencias que el matrimonio entre personas del mismo sexo “es una aberración” basada en “la revelación cristiana”.

Hoy, de los 85 mil matrimonios que se celebran al año en Jalisco, el 30 por ciento son entre personas del mismo sexo, de acuerdo con el Registro Civil del estado. “Esta marcha no es un destino… es el combustible para seguir luchando todos los días”, dijo uno de los asistentes disfrazado de abeja.

Aún falta conocer encuestas oficiales sobre lo que piensan los tapatíos de la Marcha del Orgullo Guadalajara 2025, pero la edición periodística a partir de las conversaciones en cafeterías, supermercados y redes sociales es ampliamente positiva y de aceptación general.

Rosita Fresita —como se autonombró durante su participación del sábado— puso el dedo en la llaga: “Hay una aceptación mayoritaria, pero también existe simulación en esa nueva manera de vernos a los que pertenecemos a esta comunidad”.

Tiene toda la razón Rosita Fresita: hay avances en la aceptación de los derechos de quienes integran la comunidad LGBTQ+, pero persisten los crímenes de odio, el desempleo y otros actos de violencia contra ellos. Los compromisos gubernamentales también se suman a esta forma de trato: aunque se anuncian mayores presupuestos estatales para salud trans y leyes antidiscriminación con sanciones reales, a la hora de la verdad falta voluntad para hacerlos realidad. “Por ejemplo, hace poco se echó para atrás la ley de infancias trans, entonces no podemos hablar de igualdad de derechos cuando ya se habían concedido por el gobierno anterior y se eliminaron”, declaró Karina Velazco, directora de Guadalajara Pride, principal organizadora.

“¡No es fiesta, es lucha!”, fue la consigna dominante frente a los monumentos históricos de Guadalajara.

El impacto económico se ve favorecido gracias al debilitamiento de los estigmas de época. Las empresas buscan nuevos clientes y han iniciado su expansión hacia la diversidad con agresivas campañas de marketing específicamente dirigidas a esta comunidad. El “mercado rosa” no se limita a paraguas con el arcoíris, sino a bienes y servicios alineados con los hábitos de consumo de la comunidad LGBTQ+: productos, entretenimiento, vida saludable, moda y turismo.

En Jalisco, hoteles, restaurantes y comercios de Puerto Vallarta registran que hasta el 40 por ciento de su PIB proviene de visitantes LGBTQ+, quienes descansan y se divierten en un entorno de libertad. En esa hermosa playa jalisciense, desde 2013 se realiza el Vallarta Pride, una celebración que atrae a turistas estadounidenses directamente ligados a la comunidad, detonando una derrama económica que ya resulta imprescindible para la localidad: más de 2 millones de visitantes de la comunidad generan ingresos por 17 mil millones de pesos.

Michelle Fridman, secretaria de Turismo, ha identificado esta oportunidad: tras participar en los Pride de Vallarta y Guadalajara, asistirá el 29 de junio al de Nueva York para promocionar el estado.

Algunas críticas señalan que Vallarta se está gentrificando por estadounidenses, en el marco de una oleada en la que jubilados de ese país, con buena fortuna y bienes, encuentran allí refugio como expatriados frente a la cruzada de Trump, que en su regreso al poder ha traído bajo el brazo una agenda que revive políticas conservadoras sobre género.

La diversidad mueve montañas y economías, pero sigue siendo un grupo vulnerable.