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El capitán Domene; asesinato de un hombre justo

La mañana del 24 de marzo de 1980, el capitán fue sorprendido por varios reos en los momentos que salía de su oficina y con brutal violencia lo desarmaron.

Editorial Telediario Nacional /

MONTERREY.- Ahora que han cerrado para siempre las puertas del penal del Topo Chico, bien podemos decir que en sus 76 años como centro penitenciario se albergaron miles de historias. 

Fue un reclusorio que según los propios reos era peor que un infierno. Pero los crueles castigos con los que eran tratados no fueron por haber infringido la ley.

Los verdugos no eran las autoridades, sino la mafia que los reos más violentos habían implantado para extorsionar y esclavizar a los novatos, y sobre todo con los que no eran delincuentes.

Las autoridades del penal, aun conociendo los abusos que existían, se hacían disimulados, porque los capos habían comprado sus voluntades con dinero o con amenazas.

Sin embargo, en 1980, la violencia interna no era tan excesiva como lo es en tiempos actuales.

Fue precisamente en septiembre de 1979, cuando el gobernador Alfonso Martínez Domínguez nombró director del penal al capitán Alfonso Domene Flor Milán.

Su nombramiento no fue al azar o por dedazo, sino porque su trayectoria como militar era intachable. Domene estaba casado con Laura Hinojosa, quien años antes había sido diputada local y presidenta del Congreso del Estado.

Una vez que el militar de rango ocupó su puesto como director, se impuso la tarea de conocer hasta el último rincón del penal que estaba a su cargo.

En sus recorridos, con amabilidad y respeto saludaba a los internos, con atención escuchaba quejas y prometía ayudarlos.

Pero como siempre sucede, no todos los reclusos le guardaban respeto; algunos se negaban a saludarlo y hasta agachaban la cabeza como si quisieran ocultar algo.

Y en efecto entre esos reos, dos de ellos habían formado un contubernio y de manera oculta elucubraban un malévolo plan.

Ellos eran Carlos López Atencio, "El Cubano", y Rodrigo Alcalá, "El Huevo", ambos acusados de narcotráfico y de hechos sangrientos.

Ellos habían planeado, junto con otros 12 internos, escapar del penal, pero no saltando bardas, sino salir por la puerta principal y con la autorización del mismo director y los celadores.

Fue la mañana del 24 de marzo de 1980, cuando el capitán Domene fue sorprendido por varios reos en los momentos que salía de su oficina y con brutal violencia lo desarmaron.

El capitán les gritó a los guardias que no intervinieran. No quería que se derramara sangre.

Otros reos sacaron de la oficina a las dos secretarias y al chofer. Los tomaron como rehenes.

Las víctimas eran Concepción Treviño, Argelia Valadez y Bruno González, quienes desde el momento que fueron secuestrados, los maltrataron.

El alboroto que surgió en el penal fue incontenible y los celadores siguieron las recomendaciones de Domene; se replegaron en la pared. Algunos fueron desarmados

La noticia corrió como reguero de pólvora. En pocos minutos se reunieron el gobernador Martínez Domínguez, el procurador Rubén Zarazúa, el jefe de la Policía Judicial, Fernando Garza Guzmán, y el alcalde Pedro F. Quintanilla.

"El Cubano" y "El Huevo" exigían que se les dieran todas las facilidades para escapar del penal, de lo contrario, matarían a los cuatro rehenes. 

Querían un helicóptero que aterrizara en el campo de futbol, que los sacaran a todos, y además les proporcionaran ropa y dinero.

Martínez Domínguez ordenó al procurador que concediera todo lo que los sublevados solicitaban, bajo la condición que dejaran en libertad a Domene, a las dos secretarias y al chofer.

Las negociaciones duraron más de 24 horas y el 25 de marzo, el procurador le envió al "Cubano" tres cartas donde aceptaba sus exigencias, pero en vez del helicóptero les darían un auto y hasta les ofreció conseguirles asilo en algún país.

Al no tener respuesta de los secuestradores, el gobernador pidió ayuda federal. En pocas horas llegó el jefe de la Dirección Federal de Seguridad, Miguel Nassar Haro, quien tenía fama de ser intolerante.

En las negociaciones, los amotinados solicitaron la intervención de un reportero para que fuera el intermediario.

Fue el periodista Gilberto Marcos, quien ya tenía 18 horas transmitiendo en vivo, el que realizó el enlace entre el cubano y el procurador: confiesa que tuvo miedo, pero cumplió.

A las 23:00 horas del 25 de marzo, las autoridades proporcionaron todo lo que los reos solicitaron. Estacionaron en el campo de futbol del penal un auto Chevy Nova 74.

Los delincuentes dejaron en libertad a las dos secretarias, quienes de inmediato fueron hospitalizadas, pues todo indicaba que habían sido ultrajadas.

Después liberaron al chofer. Cuando el procurador y Nassar Haro le preguntaron por Domene, temblando de miedo dijo que desde el principio lo habían asesinado.

Esa confesión encolerizó a todos, pero más al jefe de la DFS, Nassar Haro.

Cuando "El Cubano" y sus cómplices se disponían a salir en el auto, Nassar enfurecido ordenó que dispararan.

Una lluvia de balas frustró la huida de los peligrosos reclusos. "El Cubano" fue abatido de seis tiros, "El Huevo" de ocho tiros, Manuel Flores Puga de cuatro balazos y el reo cocinero Joel Coronado de dos balazos.

Ante el aterrador desenlace, todos los reos del penal se refugiaron en sus celdas y en silencio unos a otros se miraban como queriendo decir que escapar era imposible. 

El gobernador, el procurador, el jefe de la Policía Judicial y hasta el alcalde elogiaron la efectividad de Nassar Haro. Otros pensaron que su actuación había sido sanguinaria.

Domene fue velado con todos los honores. Nadie podía negar que fue un hombre justo y confiado. Creyó que, con buen trato, los hombres violentos podrían cambiar y hasta regenerarse... Se equivocó.

Su esposa Laura Hinojosa desconsolada se abrazó del féretro y bañada en lágrimas se despidió de su amado y ejemplar esposo.

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