El vals que esperó décadas: Abuelas en Bogotá celebran en grupo la fiesta de 15 años que la pobreza les negó
La Fundación Sueños Hechos, de Colombia, organiza el evento anualmente con ayuda de patrocinadores que donan desde los vestidos hasta la comida.
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Las celebradas fueron acompañadas por agentes de la policía local. | Agencia AP
El tradicional sueño de los 15 años se hizo realidad para 29 mujeres de la tercera edad en Bogotá, gracias a la gestión de la Fundación Sueños Hechos. Lideradas por Rosalba Casas, de 72 años, y María Isabel Carmona, de 71, estas abuelas celebraron por fin la fiesta que la pobreza les impidió tener durante su adolescencia.
La emoción de Rosalba Casas era palpable, quien aseguró estar viviendo uno de los días más importantes de su vida: “En este momento estoy celebrando el día más feliz porque estoy en mis 15”.
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La noche previa a la celebración la pasó en vela, pensando en el día en que por primera vez usaría maquillaje profesional y un traje de gala color rosa, coronado con una tiara de princesa.
¿Cómo se vivió la emotiva celebración de 15 años?
El inicio de la celebración fue espectacular: una limusina recorrió las calles del noroccidente de Bogotá, llevando a las 29 quinceañeras a un paseo inolvidable. Las abuelas se asomaban por el techo descubierto del vehículo, saludando a los transeúntes, quienes se detenían para grabarlas con sus celulares.
"Nunca había montado en algo así, siempre las veía en fotos, pero nunca me imaginé que iba a estar ahí,” comentó Casas, visiblemente conmovida.
Para muchas de ellas, la adolescencia estuvo marcada por las carencias económicas. Rosalba Casas recordó su cumpleaños número 15 como un día de trabajo habitual como empleada doméstica. Similar fue el caso de María Isabel Carmona, cuya madre solo pudo ofrecerle un desayuno especial:
“Mi madre era muy pobre, éramos hartos hijos y pues vivíamos en un pueblo y no había con qué (celebrar),” explicó Carmona mientras la preparaban.
El director de la Fundación Sueños Hechos, Freddy Alfonso Páez, un policía retirado, explicó que el proyecto surgió hace cinco años y ya ha beneficiado a 128 mujeres de entre 60 y 85 años, incluyendo a su propia madre.
La fundación organiza el evento anualmente con ayuda de patrocinadores que donan desde los vestidos hasta la comida, contando incluso con la colaboración de la Policía, cuyos agentes sirven de edecanes.
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El ritual se cumplió al detalle: las abuelas descendieron de la limusina por una alfombra roja, pasando bajo una calle de honor formada por sables de policías de gala. Tras el cambio de zapatillas (sustituidas por tenis por comodidad), llegó el momento cúspide: el vals.
El baile fue acompañado por los policías y, posteriormente, por sus propios esposos, hijos y nietos. Angie Paola Sáenz Casas, hija de Rosalba, reflejó el impacto generacional de la fiesta:
“Cuando bailé el vals fue muy lindo, algo mágico... que quedará en mi memoria hasta mi vejez.”
Páez concluyó que, a pesar de las dolencias propias de la edad, como la diabetes o problemas de cadera, cuando llega el momento de la fiesta "a ellas se les olvida y disfrutan" la realización del sueño de juventud, un ritual que simboliza el paso de niña a mujer en Latinoamérica.
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