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Adiós al Príncipe de las Tinieblas: Ozzy Osbourne, la leyenda inmortal del Heavy Metal

La muerte del "Príncipe de las Tinieblas" trasciende la pérdida de una estrella musical, dejando un vacío que va más allá.

Carlos Garza Monterrey, Nuevo León /

Seguramente, para estas alturas, el mundo ha informado —a través de las nuevas formas de comunicar de manera inmediata— una noticia que entristece a una generación que descubrió y entendió el heavy metal de una manera diferente: a través del asombro, la lamentable muerte de Ozzy Osbourne. Su partida no solo significa que un astro de la música se despide de este plano terrenal, sino que esta ausencia va mucho más allá.

Ozzy representó muchas cosas dentro y fuera del ámbito musical: un hombre que dio voz a las minorías, que era disléxico, que fue víctima de burlas, que estuvo preso durante algunas semanas; el que, por su conducta, parecía que nunca llegaría a nada en la vida; el que caminaba sin rumbo por las calles de Birmingham y no disfrutaba asistir a la escuela. Su padre, en varias ocasiones, le expresó lo siguiente: “O acabas haciendo algo muy especial o acabas en la cárcel”. Y tenía razón: antes de cumplir los dieciocho, ya estaba en prisión.

Su familia lo conocía como John, pero el resto lo llamamos de muchas maneras: Ozzman, The Madman, el Príncipe de las Tinieblas, el Padrino del Heavy Metal o, simplemente, Ozzy.

Ozzy confiesa en su autobiografía que fue un chico del cual abusaban algunos compañeros mayores. En su adolescencia, y hasta la formación de Black Sabbath, trabajó en diferentes oficios: como plomero, obrero en fábricas, y en una carpintería. El momento que lo acercó a la música fue cuando escuchó “She Loves You”, de los Beatles.

Se unió al proyecto de Black Sabbath a través de un anuncio que publicó —con muy mala letra, por cierto, y mal escrito debido a su dislexia— en una tienda de discos, donde decía: “Ozzy Zig necesita una tocada. Soy un cantante en necesidad de una banda. ¿Te gustan los Beatles y la música del blues? ¡A mí también! ¡Hagámoslo! Tengo mi propio equipo de sonido. Mi dirección es 14 Lodge Road”.

Ozzy Osbourne estuvo a punto de desistir varias veces, no solo de la música, sino también de la vida misma. Incluso algunos de sus encuentros cercanos con la muerte fueron provocados por adicciones y otros por su afición a la adrenalina y la velocidad. Sufrió un accidente casi mortal con su cuatrimoto mientras vacacionaba en su quinta en Inglaterra, pero no era su momento. Quizá él pensaba despedirse a lo grande... y así lo hizo.

Ozzy, el hombre de mente no tan ágil, humor extraño e irreverencia natural, fue rescatado por Sharon Osbourne en el momento más álgido de su carrera, cuando las malas noticias se acumulaban y parecía mejor decir adiós que continuar. Fue justo entonces cuando Sharon entró en su vida, encontrándolo con ese pensamiento fatal en un pequeño departamento de Los Ángeles. Sus compañeros de toda la vida en la música, Black Sabbath, lo habían expulsado por última vez de la agrupación, su primera esposa, Thelma, lo estaba dejando, sus dos hijos de ese matrimonio no convivían con él y, prácticamente, estaba en bancarrota.

Sharon, al verlo, lo tomó de la mano y le hizo ver que si seguía por ese camino no solo le rescindirían su contrato musical, sino que su vida terminaría. En ese momento, todo estaba por cambiar: comenzaría su camino como cantante en solitario. Otra piedra angular en su trayecto fue el mítico guitarrista Randy Rhoads, quien no solo impulsaría su carrera, sino que también se convertiría en uno de sus más entrañables amigos.

Hablar de la carrera musical de Ozzy requeriría un resumen que quizá cubriría varias páginas. Fue vocalista de Black Sabbath —los pioneros del heavy metal— y muy exitoso en su carrera como solista: sus discos vendieron más de 100 millones de copias en todo el mundo. Fue también de las primeras estrellas de un reality show. En fin, una leyenda del rock y uno de los personajes más controvertidos dentro de un mundo particularmente excesivo y salvaje.

Una historia que va desde la formación de Black Sabbath, allá por 1968, hasta su último concierto en su ciudad natal este pasado 5 de julio, en el estadio Villa Park de Birmingham, Inglaterra. Una presentación en donde se dieron cita figuras de la realeza del rock y el heavy metal de distintas latitudes y eras. Un desfile de talento que quiso rendir homenaje a Ozzy, pero que, de alguna manera, se convirtió en su despedida personal de fanáticos, familia y amigos.

En dicho homenaje, la canción que hizo llorar a la audiencia esa noche, Mama, I’m Coming Home, tomará una connotación distinta de aquí en adelante cada vez que suene. Una canción que Ozzy dedicó al amor de su vida, su esposa Sharon, la mujer que prácticamente le salvó la vida y su carrera, que estuvo a su lado en el tiempo más complicado y hasta el último día de su vida. La frase que siempre le decía a Sharon al terminar sus giras o presentaciones: “Cariño, estoy regresando a casa”.

Ozzy, tuviste un largo recorrido como conductor en el Tren de la Locura: con una niñez difícil, con aciertos y errores, con vicios y virtudes, éxitos y fracasos. Como narra la agrupación The Human League en su canción Human: “Nacimos para cometer errores, para vivir y aprender”.

Ozzy, buen viaje. Te seguiremos cantando por muchos años y, sin duda, por muchas generaciones. Pero hoy, es momento de partir, es momento de regresar a casa.

Descansa en paz, Ozzy Osbourne.

cog 

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