Amenaza a La Laguna una crisis hídrica como la de Monterrey en 2022
La Laguna enfrenta un escenario similar. La presa El Palmito, también llamada Lázaro Cárdenas, la principal fuente de abasto de agua para la región.
Mientras en el sur y centro del país algunas ciudades lidian con inundaciones, ríos desbordados y presas al límite, en la Comarca Lagunera —Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, repartidas entre Coahuila y Durango— se avecina una posible crisis hídrica que recuerda a la que vivió Monterrey hace tres años: cortes masivos, racionamiento, protestas y hogares sin agua ni para bañarse.
En 2022, la Zona Metropolitana de la capital nuevoleonesa enfrentó una de las peores sequías de su historia. Con temperaturas que rebasaban los 40 grados, cielos despejados y presas vacías, más de cinco millones de personas se quedaron semanas —incluso meses— sin agua potable. Las presas La Boca y Cerro Prieto alcanzaron niveles mínimos históricos.
- Te recomendamos De Edomex a Singapur: Juan Pablo busca hacer historia en olimpiadas de matemáticas; así puedes apoyarlo Comunidad

En junio de ese año, La Boca estaba prácticamente seca y Cerro Prieto operaba con menos del 10 por ciento de su capacidad.
Ahora, La Laguna enfrenta un escenario similar. La presa El Palmito —también llamada Lázaro Cárdenas—, la principal fuente de abasto de agua para la región, acumula seis años sin lluvias relevantes y se encuentra apenas a 16% de su capacidad.
De acuerdo con especialistas, si no hay pronto un fenómeno ciclónico que entre a México por la costa del Pacífico, a la altura de Sinaloa, y sus aguas bañen las Sierra Madre Occidental, no será posible que los niveles del embalse mejoren, ya que las lluvias que se registran en La Laguna no representan ningún aporte al almacenamiento de la presa.
Ubicada en el municipio de Indé, a 235 kilómetros de Torreón, El Palmito es la presa más importante de Durango y la decimoquinta más grande del país. Su nombre presume grandeza: capacidad de dos mil 957 millones de metros cúbicos. Pero la realidad es otra: apenas un 16% de llenado, según la Comisión Nacional del Agua.

La gravedad de este almacenamiento raquítico ha encendido las alertas. De no llover en la zona serrana, el impacto en 2026 podría ser devastador. No solo se verían afectadas las actividades agropecuarias, sino también las sociales, como el programa Agua Saludable, que abastece el 50% del agua potable de nueve municipios de La Laguna, en Coahuila y Durango.
En los últimos tres años, la superficie agrícola que depende del agua de gravedad de esta presa se ha reducido drásticamente. De 60 mil hectáreas en 2023, bajó a 54 mil en 2024. Este año, apenas se sembraron poco más de 18 mil hectáreas, dominadas por cultivos de forraje para sostener a la zona lechera más importante del país.
El riesgo de una crisis mayor es real. Basta pararse sobre la cortina de la presa para ver las marcas que dibujan las heridas en sus paredes, huellas del descenso dramático del agua. El paisaje es desolador.
- Te recomendamos Mujer muere tras derrapar en su motocicleta por lluvias en Matamoros; sus hijos están graves Policía

Construida en 1936 por orden del presidente Lázaro Cárdenas y concluida en 1946 bajo la administración de Manuel Ávila Camacho, la presa ha registrado niveles críticos en tres momentos: 1962 (con 132 millones de metros cúbicos, es decir, apenas 4% de su capacidad), 2003 (495 millones de metros cúbicos, equivalentes a 17%) y ahora, en 2025, con apenas 487 millones, que representan menos de 15 por ciento del embalse.
La comunidad de El Palmito, en Indé, es un pequeño poblado rural en plena sierra duranguense, a casi 300 kilómetros de la capital estatal. Apenas 350 habitantes, de los cuales el 95% vive de la pesca y el resto del comercio o los servicios. Hay un club privado con 20 cabañas, un hotel, dos tiendas, un restaurante y hasta un Banco del Bienestar. La migración a Estados Unidos, según los pobladores, “no pinta” en su economía.
Dios aprieta…
Para don Baltazar Bustamante Hernández, de 85 años y con 55 de pescador, el panorama no es nuevo, pero sí preocupante. Recuerda que hace poco más de dos décadas vivieron algo similar. Hoy, la falta de lluvias en la parte alta, sin escurrimientos hacia los ríos Oro y Ramos —que alimentan la presa— lo tiene inquieto.

“Está canijo. La presa se nos va a quedar sin agua”, dice. Su sustento depende, en parte, de un hijo que le manda unos dólares desde Estados Unidos y de los siete mil 200 pesos que recibe del programa Bienpesca por la veda de dos meses y medio.
Junto a su hijo y su nieto, Baltazar trabaja en la reparación de sus tres lanchas: “Le estamos dando una pintadita, tapando hoyos y resanando con fibra de vidrio para dejarlas al cien y empezar a trabajar”, dice, con una chispa de entusiasmo.
Desde el vertedor de demasías, se divisa a la familia Bustamante en un área que antes era parte del lago, ahora seca, frente al club de casas de campo, cuyas motos acuáticas y lanchas de lujo duermen en las cocheras, sin esperanza cercana de volver al agua.
Don Baltazar se muestra firme en el cumplimiento de la veda: “No dejamos que nadie entre con redes. Hay que dejar que se reproduzcan los peces”.
—¿Y si no llueve este año, qué va a pasar?
—“Solamente Dios sabe… Dicen que Dios aprieta, pero no ahorca, entonces como quiera la hacemos, y con poquita agua que quede, ahí la navegamos sacando uno que otro pescadito; pero me quedo pensando en la gente de abajo, de La Laguna, que vive exclusivamente del agua de esta presa, para los aniegos agrícolas, pues está presa El Palmito es la mamá de toda la región, la que alimenta y amamanta”.
Queda poco espacio para pescar
Antonio Castro Meza, presidente de la cooperativa Pescadores de El Palmito, señala que han estado batallando mucho por el bajo nivel del embalse.
“Es de los más bajos de las últimas dos décadas y nos perjudica porque cada vez hay menos espacio para pescar”.
El riesgo es claro: sin lago, no hay pesca, y sin pesca, no hay economía. Aquí casi nadie se dedica a otra cosa, no hay agricultura y solo unos cuantos son albañiles.

La cooperativa agrupa a 35 socios. Afortunadamente, el volumen de pesca se ha mantenido gracias al respeto a la veda. Tienen mercado asegurado de carpa y tilapia fileteada en Chihuahua, Coahuila y Guanajuato.
“Ojalá llueva. Ocupamos que llueva y que se acabe esta sequía, porque nuestro pueblo depende de eso”, insiste.
- Te recomendamos Sujeto intentó lanzar a su pareja del tercer piso en Durango; los hijos de él quisieron detenerlo Policía

Sin agua, ni pesca ni turismo
Rosalinda Fileto Antúnez, comisariada ejidal de El Palmito, comparte su preocupación: “No es frecuente que la presa se quede sin agua, pero ahora sí nos está pasando”.
A los pescadores cada vez les cuesta más echar las lanchas al agua, y los animales que bajan a beber se atascan en el lodo y mueren. Cada 15 de mayo, hacen una procesión a San Isidro Labrador, desde las calles hasta la presa, para pedir lluvia.
“La vida del pueblo depende de la presa. Sin agua no hay pesca, no vienen turistas, no hay torneos y el hotel se queda sin huéspedes”, explica.
“La gente que tiene sus casas acá en el club, le piensa para venir, aunque no nos dejan, pero en vez de venir cada semana como antaño para descansar, lo hacen cada vez más retirado. Ojalá nos lloviera para que se recupere la presa”, dice.

- La Laguna podría enfrentar crisis hídrica como la de Monterrey en 2022
- Comunidad
Mientras tanto, las esculturas en cantera que adornan la cortina —el general Cárdenas, un ingeniero, un campesino, un obrero y una madre con su hijo— miran hacia el horizonte por donde bajan los ríos Oro y Ramos, como si esperaran también, con paciencia y fe, el regreso de la lluvia.
Zonas semidesérticas, con menos lluvias cada vez
Joel Delgadillo, subsecretario de Agricultura en La Laguna, advierte: el reto para los gobiernos se agudiza con el cambio climático, que ha acortado los ciclos de lluvia y alargado las sequías.
En una conferencia reciente, Julia Carabias, ex secretaria federal de Medio Ambiente, explicó que las lluvias se están concentrando en el centro y sur del país, mientras que las regiones áridas recibirán cada vez menos precipitación.
Un ejemplo claro es La Laguna, que está en riesgo de que el próximo año no haya ciclo agrícola, cuando en periodos pasados siempre para estas fechas las presas estaban a un promedio del 50 por ciento de almacenamiento y con un ligero temporal se recuperaban para garantizar la continuidad de la actividad el siguiente año; pero ahora está en suspenso.
“Estamos viendo que la crisis del agua se recrudece cada vez más y otro ejemplo de ello es que las siembras de temporal que normalmente se establecían para aprovechar los temporales lluviosos, han desaparecido en los últimos veinte años, simplemente porque no llueve, es decir, llueve una vez al año y tarda tres o cuatro meses en caer otro aguacero y los cultivos se siniestran”, expuso Carabias en esa oportunidad.
Esta situación se agravó porque, en los últimos dos años, no cayó agua en la cuenca alta. Por ello, se estableció un mini ciclo agrícola de apenas 18 mil hectáreas, con sorgo, maíz forrajero y algunas huertas de nogal. El ciclo que viene está en veremos.
Tecnificación y cultivos de bajo consumo, el camino
Frente a la crisis hídrica que enfrenta la región, una salida podría ser iniciar un proceso de reconversión productiva en la que se siembren cultivos que demanden menos agua y a la vez se establezcan sistemas de tecnificación que ayuden a elevar la eficiencia y aprovechamiento de la poca agua disponible en las presas.
José Mendoza Ruvalcaba, subdelegado agropecuario de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural en La Laguna, plantea así que la reconversión productiva es inevitable: sembrar cultivos de bajo consumo y tecnificar el riego.

Celebró el plan de la presidenta Claudia Sheinbaum para invertir nueve mil 700 millones de pesos en la tecnificación del campo lagunero de aquí al final del sexenio.
Expresó que definitivamente la falta de agua en las presas es un factor que preocupa a los productores del campo, partiendo que en un ciclo agrícola normal el valor de la producción que deja desde la siembra hasta la comercialización de las cosechas es de 11 mil millones de pesos cada año, de los cuales tres mil 500 millones corresponden a siembras de riego de gravedad (presas), mientras que el resto es de riego por bombeo.
“Si no llega a llover este año, sería alarmante para el sector, pero estamos viendo que está iniciando el periodo de ciclones en el Pacífico y esperemos que se mejoren esas expectativas”, agregó.
No obstante, el funcionario federal expuso que este tipo de crisis obliga a la necesidad de hacer algo para encontrar alternativas que coadyuven a la sostenibilidad, ajustar cultivos, inducir una cultura de la eficiencia, con el fin de que la poca agua disponible en las presas pueda ser aprovechada mejor.
Por ello, calificó como un acierto el programa federal que se impulsa para tecnificar los riegos con lanzamiento de canales, ampliación de la red interparcelaria, nivelación de rayos láser y sistemas de riego que permitan con menos agua poder conservar la productividad.
La situación de El Palmito es reflejo de una amenaza que se cierne sobre muchas regiones de México: el agua comienza a escasear no solo por factores naturales, sino por decisiones humanas arrastradas durante décadas. El cambio climático acelera los tiempos, pero también expone con crudeza las omisiones en planeación, conservación y justicia hídrica.
En La Laguna, el problema ya no es una posibilidad futura: es una realidad que erosiona campos, ahoga economías locales y deja comunidades enteras mirando al cielo, con más fe que certezas.
DR
- Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de TELEDIARIO; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
-