La Casa de los 100 años en Apizaco: el inmueble que de pulquería se transformó en santuario cultural
Esta casa que también fue un mesón y refugio para ferrocarrileros y migrantes, es un referente en la comunidad y ahora funciona como un centro cultural independiente.
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Desde hace una década, La Casa de los 100 años en Apizaco se consolidó como un centro cultural independiente | Melanie Torres
En el corazón del centro de Apizaco, Tlaxcala, se erige La Casa de los 100 años, un inmueble histórico que ha sido reinventado como un espacio cultural independiente.
Bajo la dirección de Ana Laura Lima Meneses y su madre, María Teresa Meneses Salado—quien creció entre sus muros—, el lugar ofrece talleres, cursos, clases de teatro y actividades para todos los públicos.
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María Teresa relató que esta vivienda, una de las primeras del municipio, tuvo originalmente múltiples vocaciones: funcionó como pulquería, mesón y refugio para ferrocarrileros y migrantes.
“Llegó aquí un grupo de ferrocarrileros a visitarme. Eran personas mayores que necesitaban un espacio para ser escuchadas. Nos reuníamos todos los miércoles durante 15 años, hasta que fueron falleciendo uno tras otro. Fue muy doloroso, pero me dejaron una enseñanza enorme”, compartió.
La construcción, reconocida por su arquitectura de dos plantas, techos altos y un balcón poco común para su época, es un referente en la comunidad. Víctor Mata Barraza, testigo de la edificación y nieto de sus antiguos dueños, expresó:
“Tenemos la nostalgia de aquellos tiempos, pero también vemos con alegría cómo la maestra Tere lo ha convertido en un centro cultural que ha beneficiado a toda la ciudadanía”.
La casa, que actualmente alberga a tres familias en sus 26 habitaciones, ha destinado sus áreas comunes—como el foro, salones de talleres, cocina, biblioteca y patio—para el uso y disfrute de la sociedad.
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Un refugio cultural con impacto social
Desde hace una década, este espacio se consolidó como un centro cultural independiente, un “lienzo en blanco para artistas” y un refugio lleno de historia.
Ana Laura Lima destacó su misión incluyente: “Hemos colaborado con el Centro Cultural Helénico, formamos parte de la Noche de Museos y fuimos sede del Festival Nacional de Cine”.
Entre sus actividades destaca un taller de herbolaria los miércoles, donde se enseñan métodos de curación ancestral a base de plantas, flores y raíces.
“Buscamos que este conocimiento llegue a poblaciones vulnerables, donde el costo de los fármacos es inalcanzable. Tenemos la medicina en nuestras manos”, explicó la instructora Guillermina García.
La fachada del edificio conserva su historia a través de un mural de la artista Lied Gabriela Cruz, creado bajo el programa federal “Rutas Mágicas de Color”.
La obra, que requirió 23 días de trabajo y involucró a cinco artistas, representa escenas de la tradición pulquera, una locomotora, la migración, la Malinche y la Basílica de la Virgen de la Misericordia, recordándole a la comunidad sus raíces e identidad.
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