Ni la lluvia detuvo la fe ni el antojo en la festividad de la Virgen de la Luz en León
El frío y el agua no fueron obstáculo para que decenas de familias acudieran al templo y recorrieran los tradicionales puestos de comida.
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La gente bailaba, se tomaba fotos y se resguardaba entre lonas mientras sostenía un atole humeante o un taco recién salido del comal. Foto: Daniela Be
Aunque la lluvia amenazó con apagar el festejo, los fieles no fallaron a la cita. Como cada año, el Centro Histórico de León se llenó de vida, fe y sabor durante la celebración de la Virgen de la Luz.
El frío y el agua no fueron obstáculo para que decenas de familias acudieran al templo y recorrieran los tradicionales puestos de comida que acompañan la festividad.
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A lo lejos, los paraguas de colores abrían paso entre los charcos, y las carpas de plástico improvisadas cubrían tanto a visitantes como a comerciantes. El ambiente en el Centro de León estuvo lleno de aromas a tamales, tacos, pambazos, elotes asados, buñuelos y antojitos que envolvieron las calles.
También hubo música de banda, que entre truenos y gotas, animó a los asistentes a quedarse. La gente bailaba, se tomaba fotos y se resguardaba entre lonas mientras sostenía un atole humeante o un taco recién salido del comal.
Ana Laura Clasca Morales tiene 25 años vendiendo tamales en esta fiesta. Inició a los 20 años, y desde entonces, no ha faltado un solo 2 de junio. Este año trajo 200 piezas a 20 pesos cada una, pero la lluvia la obligó a ajustar expectativas:
“Con la lluvia quizá venda 100, pero aquí estamos como siempre, hasta las 10 de la noche”, dijo con entusiasmo, mientras acomodaba los tamales bajo una lona que apenas resistía el viento. Su mesa, adornada con servilletas bordadas y ollas brillantes, se convirtió en punto de encuentro para quienes buscaban un poco de calor.
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Juan Manuel Quiróz, quien desde hace también 25 años ofrece hamburguesas y hot dogs, recordó que antes la festividad tenía más grupos musicales, aunque hoy en día, la gente sigue respondiendo: “Ya no hay tanta música como antes, pero sigue habiendo banda, y seguimos firmes”, compartió.
A un lado de su parrilla, los panecillos chisporroteaban al contacto con la mantequilla, mientras una fila de niños señalaba con emoción su hamburguesa favorita.
Desde su puesto Tacos El Lalo, Eduardo también hizo su parte. Ofrece tacos de tripa, pastor y bistec a 20 pesos. Lleva más de 10 años asistiendo a esta celebración y asegura que, a pesar del clima y del aumento en los costos de operación, la clientela sigue llegando:
“El ambiente cambia con la lluvia, pero la tradición sigue viva”, dijo, mientras servía una orden con precisión. Su mesa también tenía quesadillas, tortas y refrescos, y aunque el toldo goteaba en las esquinas, el antojo no se detenía.
Los comerciantes coincidieron en que, aunque el número de festividades en el centro ha disminuido, este tipo de eventos siguen siendo importantes para sus ventas y, sobre todo, para mantener vivas las costumbres. Algunos recordaron que hace años había más celebraciones patronales y más eventos musicales en torno al templo, pero que poco a poco se han ido reduciendo.
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