El cateo en Santa Mónica que sacudió a Puebla: túneles, monjas clandestinas y un tesoro perdido
Un cateo realizado en 1934 destapó la existencia clandestina del Convento de Santa Mónica en Puebla y el hallazgo de un supuesto tesoro oculto en túneles y criptas.
La mañana del viernes 18 de mayo de 1934 cambió para siempre la historia del convento ubicado en la calle 18 Poniente número 103, en el centro de la ciudad de Puebla.
Aquella noche, “cerca de una docena de gendarmes, acompañados de funcionarios que se dijeron representantes del Ministerio Público y de la Procuraduría General de la República, ingresaron a la casa marcada con el número 103 y procedieron a evacuar a sus habitantes para efectuar un cateo en el interior del domicilio”, según lo narra la Revista Liber.
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El escenario era nada menos que el convento de Santa Mónica y escondía algo más que vecindario. Detrás de las fachadas aparentemente comunes se encontraba el convento de monjas agustinas recoletas que funcionaba, en la práctica, de modo casi clandestino.
Según los testimonios de la época allí vivían poco más de una veintena de religiosas que habrían creado un entramado de túneles y criptas bajo las calles de Puebla, así como albergado un tesoro tan extraordinario como el mito que lo rodea.
Túneles, muros y secretos en el convento de Santa Mónica en Puebla
La operación policial, que comenzó antes del amanecer, desplegó elementos federales y militares. Para el atardecer, los vecinos ya hablaban de retenes en la avenida 16 Poniente, las calles 3 Norte y 5 de Mayo.
Se clausuró incluso la iglesia en la esquina de la 18 Poniente, sitio famoso por albergar al Señor de las Maravillas.
Los rumores corrían: aquel convento no era uno más. Se decía que detrás de sus muros se encontraba un acceso oculto disimulado detrás de una alacena que conducía a túneles secretos por donde circulaban bienes de incalculable valor.
Incluso se relataba que el mecanismo consistía en presionar un botón eléctrico que abría una trampilla en el piso.
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El “tesoro” de Santa Mónica que terminó por desaparecer
La prensa de la época tituló con frases como “Cuantioso tesoro ha sido encontrado” y “Un tesoro de dos mil quinientas onzas de oro” para describir lo que las autoridades afirmaban haber hallado ahí.
El inventario oficial hablaba de objetos litúrgicos de oro y plata, cuadros y esculturas antiguas, reliquias y bibliotecas completas con ejemplares incunables.
Sin embargo, la parte realmente sorprendente es que el famoso “tesoro de dos mil quinientas onzas de oro” desapareció sin dejar rastro. Incluso la procuraduría acusó a los soldados de custodia; a su vez, éstos acusaron a las fuerzas federales y nadie terminó aclarando qué pasó con dicho caudal.
El convento fue fundado en 1688 bajo el impulso del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, como la primera casa de agustinas recoletas de ese tipo en la Nueva España.
Durante el siglo XX, especialmente bajo las leyes de Reforma y la política anticlerical del gobierno, muchas comunidades religiosas se vieron obligadas a funcionar en la clandestinidad. En el caso de Santa Mónica, la exclaustración definitiva sucedió en 1934.
Al año siguiente, el inmueble fue destinado a albergar bienes confiscados y en 1940 pasó bajo la custodia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), convirtiéndose en museo.
Un mito que se convirtió en legado y emblema en Puebla
Hoy día lo que fue aquel convento clandestino alberga al Museo de Arte Religioso Ex Convento de Santa Mónica, un lugar donde se exhiben salas, bibliotecas y objetos que relatan tanto la vida monástica como las repercusiones del cateo ocurrido en 1934.
Pero la historia del tesoro aún alimenta el interés público. Aquí no solo se cuenta el hallazgo de bienes religiosos, arte y riquezas, sino que se mezcla también la persecución religiosa, la intervención estatal y un relato cargado de misterio.
Es por ello que el inmueble puede contener capas de historia: desde arquitectura barroca, vida religiosa, clandestinidad, riqueza escondida y un desenlace que lo terminó transformando en uno de los museos más emblemáticos de Puebla.
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