Las autoridades presumen que el accidente fue causado por exceso de velocidad y porque el conductor del sedán se encontraba bajo los efectos del alcohol.
La víctima, de 49 años, fue identificada por sus familiares como una persona que enfrentaba problemas de salud crónicos, depresión y una adicción al alcohol.
Autoridades detuvieron la fiesta y procedieron al desalojo de los jóvenes; además otra quinta fue clausurada por el uso de pirotecnia en un baby shower.
Un altercado sin motivo aparente se transformó en una violenta batalla campal a plena luz del día; dos hombres se enfrentaron a golpes afuera de un negocio de venta de alcohol.
Además de internos martirizados, al interior de estos sitios se localizaron armas, alcohol y espacios de hacinamiento donde mantenían juntos y sin distinción a hombres y mujeres.
La Iglesia Católica no prohíbe beber alcohol, pero sí advierte que la embriaguez puede convertirse en pecado grave. El Catecismo, la Biblia y la tradición ofrecen una guía clara sobre dónde está el límite.