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Alfredo Ballí: el médico asesino de Monterrey que inspiró al doctor Hannibal Lecter

Su historia inspiró a uno de los asesinos seriales más famosos en la historia de los thrillers.

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Editorial Telediario Nacional /

"El asesino de cumbres" no es la única historia 'tétrica' que existe en Monterrey, pues antes de la tragedia que involucró a Diego Santoy Riverol y Erika Peña Coss, existió Alfredo Ballí Treviño , “El monstruo de la Talleres”. 

Treviño era un médico de apenas 28 años cuando cometió el atroz crimen que lo llevó a ser condenado a pena de muerte en México, siendo la última persona que recibió este castigo en mayo de 1961.

En su consultorio recibió a Jesús Castillo Rangel, de 20 años de edad, quien era estudiante de medicina y se presumia mantenía una relación amosora con Ballí. Tras una aparente discusión entre ambos, esto llevó al "Asesino de la Talleres" a acabar con la vida de su "amado".

Lo sometió, le aplicó una inyección de pentotal sódico, con un bisturí le cortó la garganta, lo desangró, lo descuartizó y colocó su cuerpo partido en una caja de cartón.

Después salió de su consultorio con el paquete, lo guardó en la cajuela de su auto y se dirigió a un terreno baldío de una zona conocida como Rancho La Noria, en el municipio de Guadalupe. Allí enterró la caja con los restos de su víctima, que unos días después hallaron las autoridades como prueba para detener a Ballí Treviño.

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LA CONFESIÓN 

Tras ser detenido por las autoridades, el hombre confesó su 'hazaña' e incluso presumió como descuartizó al estudiante sin necesidad de tocar un solo hueso, así lo reveló Eusebio Lara, jefe del Escuadrón de Homicidios del Servicio Secreto, en ese entonces.

Ante esto, un juez lo declaró culpable de los delitos de homicidio calificado, inhumación clandestina y usurpación de profesión, en perjuicio del médico Jesús Castillo Rangel, según la causa penal 263/59 de la Procuraduría de Justicia de Nuevo León. 

Se destaca que la muerte de Rangel no fue la única de su autoría, pues se vio involucrado en la desaparición de otros estudiantes, sin embargo sospechas nunca fueron comprobadas.

DE LA CÁRCEL A LA PANTALLA GRANDE 

Una vez ya internado en el Penal de Topo Chico, "El médico asesino", como también fue apodado por la prensa, se desepeñaba como médico dentro de la prisión, y es ahí donde conoce a Thomas Harris, reportero estadounidense, que visitaba el reclusorio para entrevistar a  un triple asesino estadounidense, Dykes Askew Simmons.

Este había asesinado a tres jóvenes hermanos: Hilda, Martha y Manuel Pérez Villagómez. Horas antes de su entrevista con Harris, Simmons intentó escapar de la cárcel por lo que policías abrieron fuego contra él, siento Alfredo el médico de cabezara que le salvara la vida. 

Harris quiso conocer al doctor, sin conocer la historia que cargaba consigo. Lo recordaba como un “un hombre pequeño y ágil, de cabello rojo oscuro”. Al encontrarse con él en la prisión “se quedó muy quieto”, recordaba Harris. “Había cierta elegancia” –dijo Harris– en aquel médico que, al parecer, provenía de una familia de buena posición económica.

Durante el breve encuentro que Harris sostuvo con Ballí Treviño, el periodista quedó entrampado en una inquietante conversación con el médico que ignoraba preso:

Señor Harris, ¿Cómo se sintió cuando miró a Simmons?

¿Lleva usted lentes de sol consigo, señor Harris?

Sí.

¿Podría sugerirle que cuando lo entreviste (a Simmons) no se los ponga?

¿Por qué?

Porque él podría ver su reflejo en los suyos… Pero dígame, ¿piensa usted que Simmons era maltratado por otros niños durante los recreos debido a que es un hombre con un defecto físico?

Probablemente, eso es común.

El doctor pareció regocijarse con mi respuesta”, narró Harris años después.

Sí, es común. ¿Vio usted fotos de las víctimas: las dos jovencitas y su hermanito?

Sí.

¿Diría usted que eran chicos atractivos?

Lo eran: jóvenes bien parecidos provenientes de una buena familia… con una buena educación, me lo han dicho. Pero… no está usted diciendo que ellos lo provocaron, ¿o sí?

No, por supuesto. Pero las aflicciones infantiles hacen que las aflicciones posteriores sean fácilmente recreadas.

La conversación siguió por unos minutos más, hasta que el director de la prisión, Miguel Guadiana Barra, golpeó la puerta del consultorio donde estaban reunidos el periodista y el médico para anunciar que su tiempo había concluido.

Harris agradeció Ballí Treviño y lo invitó a tomar una copa o almorzar con él si en alguna ocasión viajaba a Texas, todavía ignorante de que se trataba de un reo.

Harris recordó la escena años después: “Mirando hacia atrás no puedo recordar ningún rastro de ironía en su respuesta. ‘Gracias, señor Harris. Ciertamente lo haré, cuando vuelva a viajar’”.

Al salir del lugar donde habían tenido la entrevista, Harris le preguntó al director de la cárcel cuánto tiempo llevaba trabajando Ballí Treviño en el lugar como doctor.

“¡Hombre! ¿No sabes quién es? El doctor es un asesino”, le dijo el funcionario al periodista y le contó cómo había empaquetado el cuerpo de su víctima en una pequeña caja de cartón. “Él nunca dejará este lugar. Está loco”, le dijo a Harris.

Una vez conociendo su historia, Harris se inspiró para escribir la exitosa novela criminal El silencio de los inocentes y le dio vida a uno de los personajes más intrigantes y espeluznantes del género: el famoso doctor Hannibal Lecter, que en la pantalla protagonizó Anthony Hopkins.

Harris confesó que aquel desconocido asesino mexicano, a quien él llama “Dr. Salazar”, fue su "inspiración" para crear al personaje de Hannibal Lecter y que en 2003 fue declarado el villano número 1 de las películas, por el American Film Institute.

Ballí Treveño pasó 20 años en prisión, luego de que su abogado logró que la autoridad le conmutara la pena de muerte. Desde su salida de la prisión, entre 1980 y 1981, pasó su vida atendiendo a gente pobre en un modesto consultorio médico de la ciudad de Monterrey.

En 2008, un reportero de Milenio intentó entrevistarlo, sin embargo se negó a hablar de su pasado en la cárcel. “Si lo desea, podemos hablar sobre cualquier otra cosa, excepto eso. No quiero revivir mi oscuro pasado. No quiero despertar mis fantasmas, es muy difícil, le dijo Ballí Treviño al periodista.

“Pagué lo que tenía que pagar. Ahora sólo espero el castigo divino”, añadió, Ballí era recordado en su barrio como "una buena persona", pues ofrecía consultas gratis a los más necesitados.

Finalmente,  murió en 2009, sin saber que había inspirado a uno de los asesinos seriales más famosos en la historia de los thrillers. Se fue con su pasado a cuestas y una angustia “insoportable”, dijo en su única entrevista conocida.

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