“Voy a andar en huaraches”
- Crónicas del adiós
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Carlos Díaz-Barriga
Aparece con unos minutos de retraso a lo habitual. Es martes quincenal con el tema de seguridad. Alguien me lo hizo enojar. Hay un ‘animo’ sin ánimo. Lo más seguro es que la conferencia lo revitalice, como a esos viejos primeros actores que se transforman sobre el escenario en cuanto sienten la luz del reflector, para representar el que saben que es su mejor papel. Esto, cuando en la marquesina ya dice: "Últimas funciones".
Hay que aguantar el informe con cifras e indicadores del subsecretario de Seguridad, de su jefa, del general secretario de la Defensa. Empezando por ellos mismos. Más les vale. Y para eso les pusimos una sillita. Lo interesante y lo importante (las dos cosas) es el gira del adiós. Ese adiós que sus malquerientes quieren que sea un hasta nunca y sus seguidores un hasta luego; incluso, un hasta siempre. Por eso será que hay que contar esta buena historia. Desde su epicentro.
Andrés Manuel López Obrador celebra la liberación de Assange, el internacionalmente famoso pirata cibernético sin parche en el ojo que cimbró la estructura de los Estados Unidos con su organización WikiLeaks.
Luego sale lo de su pensión, esa a la que algunos le llaman retiro. No él. “Ya tengo derecho a 25 o 30 mil pesos mensuales”. En Palenque “no se gasta mucho, es barata la vida y voy a estar solo”. Las regalías de los libros “las tiene Beatriz”. Ah, y la pensión del Bienestar, que ya se le andaba olvidando.
Últimas oportunidades de lucir la percha: hoy tocó el traje negro a rayas y la distinguida black tie… esa corbata negra que se luce en ocasiones muy importantes y que no necesariamente es de luto. Contrasta con una pulcra camisa tan blanca como Marengo, el famoso caballo blanco del chiste bobo de Napoleón.
En Palenque “voy a andar de huaraches”. Esa es la mejor cabeza para una crónica, pienso. Le gusta la crónica: “ya no hacen crónicas, es un género que ya no hay, le hace falta color”. Y evoca a Avilés, a Gutiérrez, a Samaniego y al gran Miguel Reyes Razo: “de lo mejor”.
Encuentra la manera de hablar de ese futuro que cada vez parece más presente: “la Presidenta electa es giganta, giganta. Estamos hablando bastante en las giras, aprovechamos, porque ya, terminando, entregando la banda, yo me voy a Palenque. Y ya no quiero nada”.
¿Regresar? Recuerda que antes que todo es maderista (luego Dodger, lo sabemos). Acaso, mas si osare un extraño enemigo: “Sólo que hubiese una situación gravísima, una invasión o una guerra. Si me pide que ayude, ayudo. La patria es primero”. Le zumban los oídos a Vicente Guerrero que sigue descansando en relativa paz.
Hoy el adiós todavía se asoma entre risas. Tiene muy presente que el 1 de octubre tiene que entregar algo: “la banda”; nada más por el momento.
“Vamos a despedirnos. Va a ser un fiestón: ¡se van preparando, eh! El 30 es lunes y va a ser la última mañanera”.
Los reporteros le preguntan qué llevan: “chocolate, tortas de lechón, tamales, cochinita pibil, tortas de chilaquil, guajolotas, tlayudas, pan de burro, machaca…”.
Vámonos, que ya nos vamos. Salivando. Salivando.
▶️ #CrónicasDelAdiós - Los últimos 100 días de AMLO | "Alguien me lo hizo enojar, hay un 'ánimo' sin ánimo"; la crónica en voz y obra de Carlos @diazbarriga1
— Milenio (@Milenio) June 26, 2024
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