El general que murió por salvar a su jefe: Jaime Rodríguez Calderón
Juan Arturo Esparza solo pudo desempeñar por cuatro días su puesto de secretario de Seguridad Pública del municipio de García.
MONTERREY.- La carrera militar del general Juan Arturo Esparza García fue intachable. Durante 40 años que sirvió al Ejército Mexicano, como soldado disciplinado, siempre lo hizo con ética, arrojo y valentía.
Fue comandante en la lucha contra el narcotráfico. Se le encomendó la seguridad y logística de los presidentes De la Madrid, Salinas, Zedillo y Fox.
También se le comisionó para la protección a grandes personajes como Juan Pablo II, los reyes de España, Bill Clinton y George Bush en los días que visitaron México.
Luego de su retiro en el Ejército, el general Esparza aceptó la invitación del entonces alcalde priista Jaime Rodríguez Calderón para integrarse a su equipo de trabajo.
El hoy gobernador, quien conocía la limpia y eficaz trayectoria del general, se sintió contento de saber que nadie mejor que él para cuidar de la tranquilidad del municipio de García.
El sábado 31 de octubre de 2009, Rodríguez Calderón nombró al general Juan Arturo Esparza como secretario de Seguridad Pública y Vialidad del Ayuntamiento de García.
El militar retirado, quien tenía la cultura de la disciplina y la rectitud, una vez que ocupó su puesto, pasó revista a todos los elementos que integraban su equipo.
Habló con ellos sobre la conducta y la rectitud que debían tener para servir y proteger a la sociedad. También les advirtió sobre las sanciones que tendrían en caso de no cumplir.
La intención del general era limpiar la corporación de malos elementos, pues sabía que muchos de ellos tenían nexos con la delincuencia.
La advertencia que el nuevo secretario de Seguridad les hizo no fue por todos aceptada, ya que había muchas denuncias de abusos de policías, tránsitos y comandantes.
La presencia del general en la Secretaría de Seguridad de García fue muy notoria: exigió puntualidad, buena presencia y eficacia.
Lo que puso a todos a temblar fue cuando les dijo que sin excepción a todos los elementos, sin importar el grado, se les haría el antidoping.
Luego de hacer su logística de trabajo, el general se dio tiempo para recorrer calles y zonas peligrosas del municipio en compañía de sus cuatro escoltas.
Detuvo a varias patrullas que hacían sus rondines. Los policías se sorprendían al verlo y más cuando les preguntaba si había alguna novedad. Tartamudeaban al responder.
Los que estaban "limpios" les agradó que el jefe de jefes anduviera en una patrulla, pero los que estaban "sucios" lo maldecían, pues temían que descubrieran sus nexos con el crimen organizado.
En su cuarto día, el general desde muy temprano llegó a su oficina y comenzó a revisar expedientes, denuncias atrasadas y sobre todo los reportes de la noche anterior.
Por la tarde, mientras el secretario de Seguridad continuaba con sus trabajos de supervisión, no se imaginaba que muy cerca de la corporación rondaba la muerte.
Eran exactamente la 04:00 de la tarde cuando un comando a bordo de varias camionetas llegó frente a la casa del entonces nuevo alcalde Rodríguez Calderón.
Uno de los sicarios le dio al guardia de la casa un mensaje para que se lo entregara al munícipe. Era una amenaza. Le advertían que por su bien, se doblegara ante ellos.
Ante la amenaza, Jaime Rodríguez de inmediato llamó al general Esparza para pedirle protección. Temía que estuvieran espiándolo para causarle daño a él o a su familia.
El general junto con sus cuatro escoltas subieron a una patrulla pick-up para acudir en auxilio del alcalde. Él iba de copiloto. Los otros tres viajaban en la caja del vehículo.
El escolta conductor aceleró. Cuando circulaban por las calles de Genaro Garza García y Guerrero repentinamente fueron rodeados por más de 10 camionetas. Eran sicarios.
En una pronta maniobra, los esbirros accionaron sus metralletas AK-47 contra el general y sus escoltas. No tuvieron tiempo ni de sacar sus pistolas.
El general y el conductor al momento que bajaban de su patrulla para repeler el ataque cayeron sin vida. Los otros tres elementos fueron asesinados en la caja del vehículo.
Decenas de balas se incrustaron en sus cuerpos. Fue un baño de sangre indescriptible.
El general brigadier Juan Arturo Esparza García, oriundo del estado de Jalisco, quien estaba retirado luego de servir al Ejército por más de 40 años, solo pudo desempeñar por cuatro días su puesto de secretario de Seguridad Pública del municipio de García.
Gatilleros del crimen organizado lo ejecutaron junto con cuatro de sus escoltas, dos eran militares, dos policías, entre ellos Ramón Lugo Esparza, su sobrino.
Horas después del sangriento hecho, el gobernador Rodrigo Medina en una rueda de prensa dijo que la Procuraduría estatal investigaría el crimen.
Ante esa disposición, los 70 elementos que formaban la corporación policiaca de García fueron llamados uno a uno para declarar sobre la multiejecución.
Veinticuatro personas fueron arraigadas, de la cuales 16 eran policías. El 7 de noviembre fue detenido en el centro de García el taxista Ramiro Fernández, alias "La Chivis", de 31 años.
En el momento que fue capturado viajaba en un taxi pirata junto con su padre Juan Manuel Fernández, quien dijo ser el líder de los taxistas piratas. También "halcón".
Referente a Ramiro Fernández, primero aceptó haber disparado contra el general y sus escoltas. Después lo negó.
Siguieron las investigaciones. Aunque la Policía tenía los nombres de siete participantes, nunca los detuvieron. A 10 años de la muerte del general Esparza, el crimen sigue impune.
Si se olvidaron de castigar a sus asesinos, por lo menos no deberían olvidar su nombre.
Mexicanos leales a la Patria como Juan Arturo Esparza García merecen ser recordados con orgullo, sobre todo por quienes ofrendó su vida y hoy tienen todo el poder.
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