La música de la cantina al panteón

José Irigoyen  y Gabriel Soto son dos músicos que cada año asisten al Panteón de Oriente para amenizar la visita de los duranguenses a sus seres queridos, pero con el paso de los años bajó de manera sustancial la cantidad de personas que los contratan.

José Irigoyen cuenta que en sus 40 años de músico la ha pasado complicado porque la gente ya no los contrata como en el pasado y que en cada 2 de noviembre asisten a los panteones de más afluencia para musicalizar la visita de las personas.

Dijo que con lo que gana en el panteón alcanza para la manutención pues son hasta 300 pesos los que gana por deleitar a la gente con sus acordes.

Irigoyen sabe que será un día largo porque desde temprano llegan las personas, pero no siempre se animan desde el inicio, puesto que prefieren primero limpiar las tumbas de sus seres queridos y luego que escuchen algo de música, por eso deben esperar incluso por horas.

Usualmente tocan en la Plazuela Baca Ortiz, pero con el paso del tiempo se ha complicado la situación y que hay días que no ganan nada a pesar de mantenerse apostado en este emblemático punto de la ciudad de Durango.

Además que la vida para los músicos se ha vuelto complicada, porque ya ni en puntos de mucha afluencia como en las pequeñas cantinas que hay en el mercado Gómez Palacio les permiten tocar desde hace meses.

Por su parte, Gabriel Soto dice que ya en las cantinas no se puede tocar porque las mujeres ya no quieren les amenicen las charlas mientras beben y al final ya no los dejan trabajar.

Aunque no todo siempre es malo, pues en los diferentes panteones de la ciudad amenizan con música de banda, incluso con mariachis para festejar con los muertos un año más de ausencia.