En la entrega de ascensos a los integrantes de las fuerzas armadas, el almirante Rafael Ojeda y el general Luis Cresencio Sandoval refrendaron lealtad al Presidente y a las instituciones del Estado mexicano.
Por la escalada de violencia, México externó su preocupación por el actuar de las fuerzas armadas y de la policía boliviana, a la vez que condenó el actuar de la OEA tras el golpe de Estado.
La presidenta interina, Jeanine Áñez, firmó un decreto para que Fuerzas Armadas queden "exentos de responsabilidades penales" en cumplimiento de sus funciones.
El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, general Williams Kaliman, dijo que el mandatario debe dejar el cargo "permitiendo la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad".
Los bolivianos marcharon nuevamente en varias ciudades el viernes por la noche y hubo casos dispersos de policías que se unieron a las protestas, lo que aumentó la presión sobre Morales.
El analista político Gustavo Pérez señaló que mientras las fuerzas armadas sean leales al presidente, no se puede considerar que se este gestando un golpe de Estado.