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Por algo hay que empezar

Columna de Víctor Martínez Lucio.

Editorial Telediario Nacional /

MONTERREY.- La filosofía popular está llena de frases que por sencillas, a veces no parecen contundentes, pero aplican en muchas situaciones. Una de ellas reza que “a fuerza ni los zapatos entran”.

Suele confirmarse la veracidad de esta expresión en hechos como el que ayer publicamos en la portada de MILENIO bajo la cabeza: “Igualdad de género se queda solo en ilusión en el Congreso”.

Tenemos años como sociedad buscando consolidar en la mente y sobre todo en los actos de la gente y las instituciones, la paridad, la igualdad de oportunidades y todo aquello que nos aleje del machismo que, aunque parece cosa del pasado, perdura en México.

Sin embargo, la nota publicada ayer evidencia que el concepto entró con calzador al Congreso de Nuevo León, donde sí son paritarios en las curules, pero a la hora de tomar en cuentas las iniciativas y sobre todo a la hora de aprobar reformas, el desequilibrio es evidente, puesto que solo 35 de 158 reformas de ley fueron tomadas de las propuestas de diputadas.

Suena mal para un Congreso que fue reconocido como el primero en la historia que cumplía con la paridad, cuando el 1 de septiembre, 21 diputadas y 21 diputados rindieron protesta.

El género femenino suele ser más contundente al hablar del tema, incluso en sus críticas aluden al sentido común al cuestionar que solo por el hecho de ser mujer se pueda acceder a una curul, cuando a decir de ellas mismas, debe ser la capacidad y no el sexo lo que abra o cierre las puertas.

Nadie descalifica tal aseveración, puesto que lo deseable es tener ahí y en cualquier puesto público a las o los mejores, más allá de otras condiciones.

Sin embargo, y aunque el Congreso diga con sus actos que “a fuerza ni los zapatos”, lo cierto es que por algo hay que empezar.

Ya no debería prestarse a debate que la mujer debe tener acceso a las mismas oportunidades; no es hablar de un privilegio, ni un pase directo, pero sí un piso parejo, no tener que recibir los espacios como un favor o como un beneficio que marca la ley.

Como todavía no estamos en una sociedad que transite así, lo menos que podemos hacer es decirlo con todas sus letras, la paridad no debe ser solo un discurso. 

ard 

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